Lenguaje
Obsesión con el sexo por el Dr Bartolmé BELTRÁN
Es habitual apelar al amor para conseguir el sexo. La sexualidad está en el ámbito de la personalidad y el amor forma parte de una emoción ciertamente poliédrica. Lo digo desde el matiz científico por eso me apoyo en la psiquiatría y acudo al libro «Adicciones», de Francisco Alonso. Asegura que una conducta sexual debe considerarse como una enfermedad adictiva cuando reúne los cinco criterios que les matizo.
La presencia de una organización existencial centrada en un deseo o un apetito sexual excesivo y absorbente, proyectado de modo selectivo sobre algún aspecto del sexo físico. En el marco de un plan de vida así orientado aparece una copiosa serie de ideas, preocupaciones, fantasías, fantasmas y ensoñaciones de tipo sexual, rematadas con frecuencia con la forma motora de una pulsión que impone la búsqueda de los estímulos genitales correspondientes.
La consumación del apetito en forma de un acto impulsional, o sea un acto incontrolado por el sujeto y desarrollado sobre la plataforma existencial polarizada en el sexo.
La experiencia de placer narcisista inmediato o a breve plazo, cuyo registro oscila entre el orgasmo y la sensación de dominio sobre otro individuo, acompañado de una gratificación negativa en forma de un apaciguamiento o cese del malestar psíquico previo.
La repetición reiterativa del acto impulsional con intervalos no muy prolongados. Tal retorno cíclico puede producirse de una manera espontánea u obedecer al desencadenamiento ocasionado por un estrés agudo, una emoción negativa o un estímulo exterior.
La acumulación progresiva de los efectos nocivos personales y psicosociales, como el sentimiento de culpa o de vergüenza, el descenso de la autoestima, la depresión, el aislamiento social, el abandono progresivo de los amigos, el deterioro de la vida familiar, la ruptura de la pareja, el descenso del rendimiento laboral o la pérdida de empleo.
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