Comunidad de Madrid
Portazo a los orfanatos
Leire Pajín quiere cerrarlos. Hay unos 33.000 niños sin hogar. Algunos, imposibles de «colocar»
MADRID- Nos sentimos abandonados en un mundo inhóspito, donde el hambre, el frío y la ausencia de cariño nos hacía parecer seres sin alma». Así es el relato de Alfonso Gutiérrez, uno de los «huéspedes» abandonados que durante el franquismo llegaron al señorial orfanato Nacional del Pardo. Unas cuantas décadas más tarde, estas palabras reflejan el sentimiento del adolescente Karim. Pero su realidad es otra. Una sociedad mal organizada puede ser más hostil que las gélidas paredes de una inclusa.
Pasada una transición en derechos y democratizado el concepto de orfanato como centro de menores, Leire Pajín, ministra de Sanidad, Igualdad y Política, quiere su cierre. Posiblemente, la propuesta se presente en el Consejo de Ministros antes de verano, para que los niños abandonados o en familias conflictivas vayan directamente a manos que suplan a los padres sanguíneos.
Niños difíciles de colocar
¿Estamos preparados? Según datos de la asociación Familia y la Infancia, en España hay 33.000 menores tutelados por el Estado, de los que 14.000 residen en centros, lo que sitúa a España a la cabeza de la Unión Europea en niños institucionalizados. En otros países como Inglaterra, los centros casi han desaparecido. «Es difícil colocar hermanos de edades muy diferentes, o niños con grandes discapacidades», señala Paloma Martín, gerente del Instituto Madrileño del Menor y la Familia de la Comunidad de Madrid. Y a inmigrantes. Según Isabel Martínez, secretaria general de Política Social, «hay menores inmigrantes no tutelados o devoluciones de niños adoptados en el extranjero». Explica Martínez que la cifra de acogidos por familias ha bajado de 24.000 a 21.000. Por otro lado, subvencionar a una familia le cuesta al Estado de 300 a 1000 euros, mientras que una institución, entre 3.500 y 6.000.
A los 14 años, Karim se escapó de su casa de Argelia porque lo maltrataban. Viajó hasta Marruecos en los bajos de un camión, donde entró en el barco que lo llevaría a España. A sus 18 años, ha pasado por dos centros de acogida. «Si te portas bien, ellos se portan bien», puntualiza. Unos meses antes de cumplir la mayoría de edad, los centros envían a los adolescentes a un piso que comparten con otros compañeros. «Nos preparan para vivir por nuestra cuenta. Luego te dan una beca en el centros hasta que encuentras un empleo».
En teoría. Porque la realidad del africano fue muy diferente. «Me dijeron que me largara. Me quedé en la calle, sin dinero. Además, te daban 10 euros de paga pero a mí sólo 3. Decían que me portaba mal, pero yo obedecía. No sé qué habría sido de mí».
Quizá hubiera delinquido. O se hubiera prostituido. «Es lo que hacen para sobrevivir», afirma Jaime Barrientos, fundador de Antorcha, Norte y Guía para la inmigración. Cual Vasco de Quiroga pasado de lustros, ha acogido más de 3.000 adolescentes en su casa durante 14 años. Karim entre ellos. Barrientos ha llegado a tener 16 inquilinos la misma noche. A los que les cambian su puerta por los barrotes de prisión también tienen sus cuidados. El madrileño, de 55 años de edad, los visita en las cárceles para impartirles clases. «Nunca olvidaré a un chico que sólo pasó la tarde. Pagar una ducha son unos céntimos, me dijo. Venimos porque nos abres tu corazón». Barrientos, que ha sido padrino en varias bodas, se ríe. «Por eso preferí esto a formar mi propia familia». El madrileño critica el trato de los centros con los niños. «Acaban siendo mendigos profesionales. Se les atiende por dinero, pero no hay cariño».
Desde la Comunidad de Madrid señalan que, de los 4.600 menores que mantienen tutelados, el 62% convive con familias de acogida. «Hemos cerrado dos centros», informa Paloma Martín. «Consideramos que aunque haya extraordinarios profesionales nunca suplirán el calor de un hogar. Los hay temporales, entre 6 meses y un año, y a veces están con ellos hasta la mayoría de edad. En caso de que el menor no tenga ningún lazo familiar sale en adopción».
Imposibilidad de adoptar
Para la psicóloga de Familia Isabel Menéndez Benavente cualquier un niño a partir de 3 años sufre carencias tras su paso por una institución. «No tienen apego a una figura. Se vuelve hiperactivo, con trastornos del psicomotor o con poca capacidad de aprendizaje», explica. «Y las familias quieren devolver al niño». Para la psicóloga es absurda nuestra lentitud burocrática. «Queremos adoptar pero hay que esperar años, así que o se adopta en el extranjero o se opta por ser familia de acogida. Llega el momento en que la familia real lo pide. El niño sufre».
A la asturiana Mariana Valdés le dijeron directamente en la administración que se olvidara de adoptar. «A estas alturas están evaluando a las familias presentadas en 2008. En México lo conseguí en un mes. Es increíble que seamos un país desarrollado».
«Yo creo en lo que hago», opina Pina Sánchez Errazuriz, presidenta de la fundación Nuevo Futuro. Llevan 43 años de funcionamiento, con 130 centros repartidos por Colombia, Portugal, Perú, Santo Tomé, Senegal y España. «A nosotros nos devuelven niños de acogimiento familiar y adopción. Porque vienen con problemas. A día de hoy nadie nos ha solicitado grupos de hermanos o niños con alguna discapacidad. ¿qué harán con ellos?».
Juan Carlos Duque da fe de ello. «Éramos siete hermanos», cuenta, a sus 38 años. «Mi familia estaba desestructurada. Nuevo Futuro nos permitió seguir unidos. Estuve hasta los 18 años y fue mi hogar. Cuando sales de allí sigues en contacto. Y con los demás, igual. Mis hermanos están casados, con unos hijos estupendos».
«Ójala algún día deje de hacer esto, significará que no me necesitan», comparte Barrientos sus pensamientos. Karim busca trabajo de camarero. «Gracias a él puedo pensar en ganar dinero para mi familia», cuenta, mientras sueña con un BMW.
Las parejas homosexuales de hecho podrán adoptar a los menores
- La nueva Ley de Protección de la Infancia provocaría el cierre progresivo de los centros de menores. Primero, los niños de 0 a 3 años. Luego, los de 3 a 6. Más tarde, los que presenten más dificultades.
- La idea fundamental es promocionar las familias de acogida. «su agilización y mayor utilización como medida para la protección de los menores». Se clasificarán en voluntarias, remuneradas (las que acojan a niños que generen gastos extras) y las profesionalizadas (en las que los padres actúen como educadores profesionales). Los gastos y sueldos correrán a cargo del Estado.
- El Gobierno quiere «salvar alguna laguna legal que ha quedado pendiente», como la adopción por parejas del mismo sexo y permitirles el acceso a la crianza de los menores.
- Primero la acogida. La norma realizará una «desjudicialización inicial» de los procesos de acogimiento (lo que supone que primero se acoja al niño y después el juez intervenga si la decisión administrativa se recurre».
- La adopción será el «último y fundamental recurso para menores que, o carecen de familia, o es imposible su retorno». Se pretende agilizar el tránsito del centro de menores a la familia adoptante.
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