Sevilla
Griñan juega a ser Rubalcaba
José Antonio Griñán ha puesto a la Junta de Andalucía en el centro del debate de la política nacional. Y lo ha hecho por voluntad propia. Convertir a la región con más desempleo del país en «el espejo de los progresistas de España» es una bravuconada que puede volvérsele en contra. Sin recursos presupuestarios y con los mercados financieros cerrados –la agencia de calificación Moody´s ha bajado el rating de la comunidad al denominado coloquialmente «bono basura»–, el órdago de Griñán le pasará factura a él y al Partido Socialista.
El jefe del Ejecutivo andaluz quiere controlar a Rubalcaba y conseguir por la vía de los hechos lo que no pudo en el Congreso del PSOE celebrado en Sevilla: dirigir su partido y situar –o situarse él mismo, defienden otros–a alguien de su confianza, como Carme Chacón, al frente.
La irresponsabilidad de Griñán es manifiesta porque Andalucía no está para convertirse en banco de pruebas de nadie y mucho de menos para situarla al servicio de una confrontación dentro de la izquierda. Los ciudadanos quieren que se resuelvan sus problemas, en especial el del desempleo. Crear falsas expectativas es peligroso. Los gobernantes tienen que asumir que es el momento de decir la verdad. El Presupuesto de 2013 es un buen ejemplo. Las palabras del portavoz del Ejecutivo andaluz anunciando que el PP se llevará «una gran sorpresa» con las cuentas del año próximo ponen el listón muy alto. Si no cumplen sus promesas, será un nuevo engaño.
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