Villaverde

Doña Letizia desfila por Cibeles

La Princesa de Asturias inaugura la Semana de la Moda de Madrid con una visita en la que demostró su conocimiento del sector textil y su apoyo al diseño español

Abajo, un diseño de Maya, premiada por presentar la mejor colección de El Ego
Abajo, un diseño de Maya, premiada por presentar la mejor colección de El Egolarazon

«Esa chaqueta la hemos visto nacer nosotros, Qué bien le queda». No lo pueden evitar. El equipo de diseño de Adolfo Domínguez reconoce de inmediato la prenda de punto y seda en rosa palo de Doña Letizia, que optó por un «total look» del orensano: camiseta plisada con escote asimétrico en maquillaje de seda y punto, y pantalón blanco de lino. La Princesa de Asturias dejó en Zarzuela a Felipe Varela para la ocasión, pero no se desprendió de sus básicos: los «peep toe» de Magrit en color tierra, la cartera malva y el brazalete de mariposa de las recepciones. Con un escáner «fashionista» arrancó el estreno de Doña Letizia en la Cibeles Fashion Week. «También es la primera vez en mi vida que acudo a una pasarela», confesó a LA RAZÓN la Princesa de Asturias, que se mostró «muy agradecida por ir». «Está todo estupendo», subrayó en presencia de la presidenta madrileña Esperanza Aguirre.


Mirada curiosa
A las diez en punto, cuando todavía en muchos stands no habían desembalado los souvenirs y los diseñadores buscaban las perchas, Doña Letizia llegaba al pabellón 14.1 de Ifema. Sonrisa por delante y con una mirada curiosa. Fue a Cibeles, pero no se quedó a ningún desfile por aquello de no hacer un feo a unos y otras. El plan: respaldar a la industria de la moda española. De ahí que, antes de catar la pasarela, se reuniera con cuatro representantes del sector: el presidente de la Asociación de Creadores de la Moda de España, Modesto Lomba; uno de los diseñadores más consagrados, Adolfo Domínguez; una triunfadora fuera de nuestro país, Elisa Palomino, y la creadora revelación entre los jóvenes, Maya Hansen.

Puerta cerrada para la reunión, pero con mirilla. La Princesa se interesa por la situación de la industria de la moda y saltan chispas entre los presentes. Debate. A un lado, Lomba, que reclama más ayudas a las instituciones y recrimina a los medios de comunicación y las revistas de moda la falta de apoyo. Al otro, Domínguez, que dice sentirse apoyado por la Prensa y hace hincapié en la importancia de tener visión empresarial y hacer piña. Apueste por una, que diría la Campos.

Pero cuando aquello sube de temperatura, toque de queda. La agenda manda y Doña Letizia debe iniciar su paseo por el Cibelespacio. Suena a galáctico, y aunque cuenta hasta con un soldado clon de «La guerra de las galaxias» es el lugar donde los patrocinadores se expanden y los jóvenes creadores venden sus diseños. La Princesa pasea por los tenderetes. Acepta presentes –como la chaqueta de la vallisoletana Marta Valdespino–, los agradece y se preocupa por el premio que recibirá aquel que logre cautivar a las masas: una beca en la escuela de diseño Saint Martins. «¿Cuánto dura la formación?», pregunta a Palomino, sabedora de que ha sido alumna con el difunto McQueen y ahora es profesora allí. «Cuatro años», responde la conquense siempre prudente.

sigue el paseo. Cuca Solana le muestra orgullosa la sala de prensa. Vacía, claro. Todos los informadores están tras la comitiva. Después toca posado a pie de pasarela con los diseñadores y, de ahí, a conocer el motor de la Fashion Week: el «backstage». Doña Letizia y la comitiva se colaron en los probadores de Teresa Helbig –que desfila hoy– e hicieron parada en chapa y pintura, esto es, en maquillaje y peluquería. «Tú que eres el artista, ¿cómo ves mi maquillaje?», preguntó a José Belmonte, subdirector del boxes de L'Oréal en Cibeles. Dictamen: «La verdad es que tiene una piel impresionante y sabe cómo sacar partido a sus ojazos», comenta el profesional.

Capítulo de saludos y regalos: la niña que quiere dar un beso a la Princesa, unas Nancy azafatas para las Infantas, un cóctel en el «kissing room» de Grey Goose, unas planchas para el pelo de GHD… En total, dos horas de visita y una impresión más que favorable. «El Príncipe acertó», sentencia Domínguez tras despedir a la invitada. «No me refiero a su relación personal, sino al ámbito profesional. Es una mujer extraordinariamente inteligente y pegada a la realidad», apunta el creador, mientras que el comisario de El Ego, Andrés Aberasturi Jr., confesó que «me esperaba una visita más estética y ha dado muestras de conocer a fondo cómo trabajamos».


Encorsetadas por gusto
Pero se fue Doña Letizia y adiós «glamour». Si se hubiera quedado, se habría visto obligada a compartir asiento con el rey del Whopper. No es broma. La comida rápida patrocina El Ego y allí se presentó el Burger King en primera fila. ¿Qué pensarían las «millonetis» kuwaitíes –esas que tienen más «cash» que Lomana– que fueron con ganas de gastar? Algo estupefactas se quedaron. Alguna foto hicieron a Diana Dorado, que cuidó mucho los pliegues y las gasas, aunque se excedió enseñando pechamen y bragas. Más riesgo, que es lo que se espera de los noveles, mostraron María Ke Fisherman, que se toma la moda como un juego de niños, y Esther Lebrato, con una colección sólo para ellos pintada en acrílicos y con estampados que ella misma dibujó con rotulador y boli. Ay, si Moctezuma –el de verdad, no el que auspicia Mortier– levantara la cabeza… Pues se compraría alguna de las túnicas étnicas de Cruz Castillo. Y mientras, Maya Hansen, a sus corsés. Aparcó la inspiración heavy y demostró que sabe reinventarlos, unos sexy «perraca» a lo Dita Von Teese y otros que vería con buenos ojos el maestro en la materia, esto es, Lorenzo Caprile. Pico y pala predica la de Villaverde, y se lo premiaron como la mejor del día. A la zaga, Lluis Corujo, que mimó cada uno de sus bordados. Más despistados andaron American Pérez. ¿O fue pereza? Confundidos por el cambio climático, presentaron ropa de invierno, cuando lo que toca es verano: faldas largas entubadas, jerséis de lana, pantalones con un largo difícil de encajar... Beba's Closet y Bohento pecaron de tonos pálidos en un día que pedía ritmo, el que marcó Doña Letizia pisando fuerte en su primer desfile por Cibeles.