Galicia

Rubalcaba váyase por José Clemente

La Razón
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Corre una leyenda negra del secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, sobre la jornada electoral del 14 de marzo de 2004 cuando dijo, instantes después de ser informado de que el entonces presidente del Gobierno, José María Aznar, y su esposa y actual alcaldesa de Madrid, Ana Botella, fueron abucheados y zarandeados en el colegio electoral donde ejercieron su derecho al voto que, «se lo habían ganado a pulso», algo muy parecido a lo que comentó la portavoz socialista en la Asamblea, Begoña García Retegui, después de uno de los muchos ataques a la vivienda de Valcárcel tras los recortes del Gobierno en 2010. Traigo esto a colación de los insultos y abucheos de los que fueron objeto el domingo el lehendakari vasco, Patxi López, y su esposa, Begoña Gil, a las puertas del colegio electoral donde depositaron su voto, y si, como entonces, Rubalcaba también opina que lo habían ganado a pulso. Y ya puestos, añadir si tanto el secretario general del PSOE, como la portavoz parlamentaria socialista y el todavía lehendakari vasco creen que esos ataques se deben a «viejos ‘tics' totalitarios», como calificó éste último la encerrona perpetrada por los simpatizantes de ETA, a los que ha dado alas durante su mandato al frente del Gobierno vasco, unas gentes que se han movilizado como nadie para desalojarle de la Lehendakaritza.

Hoy, como Boabdil el Chico camino del exilio de Granada, el PSE-EE de Patxi López llora la amargura de la derrota sin acertar a descubrir siquiera alguna de las causas, de las muchas causas que han llevado al constitucionalismo a su mayor encrucijada, y sin que nadie a su lado, como la sultana Aixa, madre de «El desdichado», se atreva a decirle que «llora como mujer lo que no supiste defender como hombre». López no ha sabido defender como hombre del PSOE su parcela política, pues le ha sido más cómodo y fácil instalarse en la ambigüedad entre víctimas y verdugos que en la búsqueda de parcelas de tolerancia y respeto, especialmente con las primeras. El votante vasco no se ha escondido, bien al contrario se ha movilizado para instalar en Ajuria Enea las opciones más soberanistas ante el fracaso, estrepitoso fracaso de la vía constitucionalista. Y no ha sido por culpa del PP, al que ha usado y tirado a su antojo después de que Basagoiti se prestara a dejarle gobernar a su antojo, que ese ha sido su error. Ha faltado más PP en estado puro y le ha sobrado hacer de cancerbero de un PSE-EE cada vez más inseguro y sin ideas.

El gran derrotado de estas elecciones vuelve a ser el PSOE, y eso no es bueno para España y su credibilidad en los mercados internacionales, mientras Rubalcaba calla y espera a que escampe para salir a la calle, la errática calle en la que han depositado todas sus esperanzas. Pero eso no lo creen más que ellos, por eso mismo repetirán su fracaso en las catalanas del próximo 25 de noviembre. Con los soberanistas no se juega, y menos un PSOE que hoy dice una cosa y mañana la contraria, o lo mismo y lo opuesto a la vez. El PSOE y Rubalcaba han perdido más de cien mil votos en el País Vasco y otros 250.000 en Galicia, y cuando alguien pierde cerca de cuatrocientos mil votos el mismo día lo que debe hacer es irse a casa. Pero a Rubalcaba no le quitan el sillón ni con agua hirviendo, con el riesgo de acabar llevando al PSOE a la marginalidad. Los socialistas han sido derrotados y todos los españoles hemos salido perdiendo. Rubalcaba ¡váyase!