Barcelona
Mourinho hipoteca la Liga en Almería
El empecinamiento de Mourinho por jugar sin delantero centro lastró al Madrid en la primera mitad y cuando reaccionó en la segunda, cuando Benzema entró por Kaká, se encontró con un gol en contra
Con 1-0 (Ulloa en el minuto 59), optó por quemar las naves y se la jugó: ¿susto o muerte? Más de lo segundo que de lo primero, pues se quedaba a un punto del Barcelona antes de que éste se enfrentara al Málaga y con este empate hipotecó la Liga.
Con el partido perdido, Mourinho retiró a Marcelo y Albiol, multiplicó el desbarajuste defensivo de su equipo y sólo la calidad de Granero en el disparo equilibró un encuentro que no ganó el Madrid en el minuto 94 porque la falta de Ronaldo se estrelló en el larguero, y tampoco el Almería porque cuando disfrutó de las ocasiones más claras estaba muerto, y tampoco se lo creía.
Las manos de Alves, mucho más que los pies o las cabezas de los jugadores del Madrid, empeñados en tirar «al muñeco», fueron la garantía almeriense, porque paradas, lo que se dice paradas de antología, no tuvo que hacer ninguna. Intervino bastante, mucho más que Casillas, pero lo hizo con comodidad, sin agobios. Los de enfrente no tenían puntería. Les pesaban las piernas y terminaron como un equipo escasito de ideas y cansado. Una caricatura del que salió el jueves en el Bernabéu contra el Atlético. O era eso o que se hizo un lío con el montaje de Mourinho, ese entrenador que cada vez que se cruza con Florentino Pérez le pide un delantero. Y se preguntará el presidente, con razón, que para qué lo quiere, que tiene uno de 35 millones de euros (Benzema) y no lo pone...
Sorprendió «Mou» con la alineación. Castigó a Benzema a pudrirse en el banquillo y expuso frente al peleón Almería –más luchador y más centrado que cuando hizo pasillo al Barcelona– un equipo con cuatro delanteros, ninguno de ellos ariete; ninguno referencia en punta, de tal manera que cuando el Madrid carece de eso, el ángel exterminador (Cristiano Ronaldo) se oxida. Lo intenta, pero no acierta.
Sin rompedor, matador o como quiera llamarse el faro de la delantera de cualquier equipo señero y homogéneo, a Mourinho le salió el tiro por la culata. Si pretendió demostrar que sin Higuaín no tiene a nadie arriba, se columpió: Karim da el perfil, hace las paredes oportunas, sirve de enlace, otra cosa es que meta goles. O, como decía aquel –¿Mourinho, no?–, tengo un gato, pero no caza ratones. Tampoco los perros se especializan en la captura de esos «marditos roedores»; menos aún si no tienen quien les guíe.
La presencia de Kaká en el once es por ahora un homenaje, a la medicina, a la cirugía, al jugador que ha intentado acortar los plazos de la reaparición, mas no es constructiva. El brasileño aporta poco, no puede ser de otra manera porque se encuentra en rodaje, y probablemente mejoraría sus prestaciones si por delante avistara al delantero centro. Pero no lo había. Mourinho alineó a Özil, Kaká, Cristiano Ronaldo y Di María para que se repartieran el puesto. Cuando querían recordar que tenían que acudir adonde no estaba Benzema ya era tarde. Oltra ha dotado al Almería de fiabilidad defensiva.
El reto de Mourinho consiste en demostrar a Florentino Pérez, a Valdano y a Pardeza que tiene una plantilla corta, que sin Higuaín ya pueden irse despidiendo de títulos. Que si se lesionara también Benzema el fracaso sería estrepitoso. Piensa el técnico, quizá, que por tener a Benzema en el Madrid se perdieron Huntelaar, Negredo, el añorado Van Nistelrooy, Raúl y, sobre todo, el que casi estuvo fichado: Villa. Karim tiene que luchar contra demasiados fantasmas y entre su sangre de horchata y los mandobles morales que le propina su entrenador está como para encargar una tortilla de tranquimacín. Pese a todo, demostró en el estadio Juegos del Mediterráneo que con él mejora ofensivamente el equipo.
Sin Benzema, el Madrid (Cristiano) tiró cuatro veces a las manos de Alves en la primera mitad y sólo creó una verdadera ocasión de gol, la del pase de Kaká. Éste centró, chutó Ronaldo, despejó el portero con el pie y Khedira desperdició el rechazo. Ya en la segunda parte, el «duelo» Alves-Cristiano creció en intensidad a partir de la entrada del francés. Benzema apareció en el minuto 54 y Ulloa marcó en el 59. La culpa fue de la defensa madridista, descolocada con Albiol, Marcelo y Ramos. Así lo vio «Mou», quien, a raíz del empate, se fue a por todas, desesperadamente, con prisas y el equipo cansado del jueves.
Granero entró por Marcelo, Carvalho por Albiol. Una zaga de cuatro que ya daba facilidades perdió un elemento. Mejoró en el ataque y Granero, a pase de Benzema, obtuvo el empate; chut inalcanzable. A partir del 1-1 atacaba con todo el Madrid y el Almería, como podía. Los locales tenían menos fuerza que los visitantes y entre éstos la presencia de Cristiano Ronaldo era la verdadera amenaza. Se mascaba la tragedia, en uno y otro bando, y cuando en el minuto 94 el portugués situó el balón en la frontal para lanzar una falta se hizo el silencio. Disparó, repelió el larguero. La Liga del Madrid se complica enormemente; aunque quede una vuelta.
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