España

Un debate para la nación por J A Gundín

La Razón
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Al ex presidente Zapatero y al cardenal Cañizares hay que reconocerles audacia y desparpajo. No es frecuente que uno de los ministros de la Santa Sede, siempre prudentes y cautelosos, acceda a medir su pensamiento con un dirigente político. Si además ese político ha sido el presidente de un gobierno laicista, el asombro está más que justificado. También la admiración. En una época en la que predomina hasta la obsesión el discurso de la economía, hay que tener cierto coraje para ir contracorriente y abrir una reflexión sobre la crisis del humanismo. Casi parece una osadía o un desafío que pueda celebrarse un debate de tal calibre sin aludir a la prima de riesgo. Precisamente por eso, el cara a cara de mañana entre Zapatero y Cañizares es una advertencia a nuestros dirigentes políticos de que cometerían un grave error si creyeran que el problema de España es solamente económico. Puede que sea el más acuciante, el que requiera de urgente cirugía. Pero más allá del rugido de la tempestad, bajo el oleaje embravecido, la corriente profunda que determina la fortaleza de un país es su fibra moral y su arquitectura humanística. Y en este terreno, los españoles vagamos extraviados, confusos y escépticos: los políticos son vistos como un problema, la confianza en las instituciones cae en picado, la sensación de desamparo aumenta… De ahí la necesidad de abrir un debate público sobre las raíces del nuevo humanismo. Antes o después, saldremos de la depresión económica, pero sin regeneración de los fundamentos morales no habrá rescate posible de las instituciones y de los políticos. Que Cañizares y Zapatero se atrevan a debatirlo a tumba abierta es muy de agradecer. No será un debate sobre el estado de la nación, pero sí un debate para el futuro de la nación.