Francia
Los restos biológicos de ETA
Uñas, maquinillas de afeitar, botellas de agua y hasta escupitajos han desenmascarado a los asesinos
Madrid- Nunca pensó el etarra Gurutz Agirresarobe que la botella de agua que pidió durante su comparecencia el pasado viernes en la Audiencia Nacional serviría para firmar su ingreso en prisión. Los restos biológicos que el terrorista dejó en la botella fueron cotejados con los que se encontraron en una taza en el bar donde fue asesinado Joseba Pagazaurtundua, después de que Agirresarobe se tomara un café en el mismo lugar en el que su víctima desayunaba todas las mañanas. La prueba, de máxima fiabilidad, resultó determinante para vincular al etarra con el asesinato.
Y es que el ADN se ha revelado como uno de los instrumentos más eficaces en la lucha antiterrorista. Hace menos de un mes, el juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco imputó a Manex Castro e Iurgi Garigoitia el asesinato del empresario Ignacio Uria gracias a sus restos genéticos. Las huellas del primero fueron halladas en un teléfono móvil, mientras que el ADN de Garigoitia apareció en el coche que utilizaron los terroristas para desplazarse. Fue también el ADN lo que permitió vincular al miembro del «comando Vizcaya», Jurdan Martitegi, con un atentado en el que resultó muerto un guardia civil en Durango (Vizcaya). Incluso el considerado último jefe de los «comandos» etarras, Mikel Karrera, fue imputado por tres asesinatos en Francia gracias a los análisis genéticos.
«Son una parte fundamental de la investigación, ya que permiten identificar a varias personas que hayan participado en un mismo crimen», señala José C. Cordero, biólogo del servicio de Criminalística de la Guardia Civil. Desde una mancha de sudor hasta un trozo de uña, cualquier resto biólogico vale para determinar la identidad genética de un individuo, y con ella su participación o no en un crimen. «Una vez que el juez autoriza la recogida de muestras biólogicas de un individuo se envían al laboratorio para realizar un análisis genético. Posteriormente se elabora un perfil que se compara con las muestras halladas en otros delitos», explica Cordero. España cuenta con una de las mejores bases de muestras biólogicas de Europa, en la que comparten datos la Policía Nacional, la Ertzaintza y la Guardia Civil. El archivo, con miles de perfiles genéticos de individuos que han cometido todo tipo de delitos, permitió a la policía vasca detener a siete personas que habían participado en ataques callejeros la misma semana en que fue asesinado Joseba Pagazaurtundua. «Cuando un individuo es sospechoso de haber delinquido se realiza un seguimiento para poder obtener sus muestras genéticas. Incluso se han llegado a autorizar controles de alcoholemia sólo para conseguir su ADN», añade Cordero.
En otro caso, una mujer fue condenada en 2006 a dos años de cárcel por haber enviado cartas amenazadoras a dos concejales socialistas de Guipúzcoa. La Ertzaintza analizó la saliva con la que se habían pegado los sellos de las cartas y la comparó con el ADN que había dejado la acusada en una colilla. Y es que los agentes no sólo vigilan a los sospechosos para recoger sus restos, sino que además guardan sus vasos después de que se hayan tomado una consumición en un bar e incluso, recogen restos de un escupitajo. «Todo vale para luchar contra los terroristas, pero los avances tecnológicos han hecho que ahora tengan un camino cada vez más difícil», reconocen los agentes.
«CAZADOS»
Gregorio Vicario Setién
Gracias a los análisis biológicos, el etarra Gregorio Setién fue condenado a 17 años de cárcel por el secuestro del joven empresario Cosme Delclaux. Posteriormente, su ADN también apareció en una maquinilla de afeitar encontrada en el «zulo» donde permaneció retenido otro empresario, José María Aldaya.
Lola López Resina
Nacida en Sierro (Almería) en 1951, Lola López fue entregada por Francia en julio de 2007. Los análisis concluyeron que el perfil genético de la etarra coincidía con el que se obtuvo en una capucha de lana de color negro hallada en el lugar en el que fueron secuestrados José María Aldaya y Cosme Delclaux.
Jurdan Martitegi
Considerado «número uno» de ETA y jefe del «aparato militar», Martitegi fue imputado por un atentado con coche bomba contra el cuartel de la Guardia Civil de Durango (Vizcaya). La Ertzaintza recuperó su ADN en el coche que utilizó para darse a la fuga, a pesar de que lo destruyó con un artefacto incendiario.
Arkaitz Goikoetxea
Nacido en Berango (Vizcaya), en 1981, la Ertzaintza disponía de su ADN tras su detención, en 2001, por haber atacado una patrulla de la Policía autónoma. Goikoetxea participó en el atentado contra el cuartel de la Guardia Civil en Durango y sus restos se encontraron en el vehículo que utilizó junto a Martitegi.
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