Copa del Rey

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Cánticos y pitos para el himno

El volumen no evitó el unánime abucheo de la grada barcelonista

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VALENCIA- El himno, a todo volumen; pero se escuchaba tanto el absurdo lamento en el fondo barcelonista como la entonación del mismo en el madridista. Empezaba el otro partido. Cuando terminó de sonar el himno de España, una bandera blanca ocupó el fondo sur –«Hasta el final, vamos Real»–donde se concentraba la afición del Real Madrid. Por educación empezaba ganando el equipo que aparecía como visitante. Una parte de los seguidores del anfitrión no hicieron honor al título que se disputaba.
Dos volcanes en erupción, dos centrales nucleares a punto de reventar, una bengala en el sector azulgrana y sonora protesta mientras en el blanco cantaban el ¡Viva España! Dos hinchadas que no se perdonan una, enemigos irreconciliables que llegaron al coliseo sin rasguños y sedientos de victoria. Provocaciones a distancia, del fondo norte (Barça) al fondo sur (Real Madrid), cánticos ofensivos, los insultos habituales, puños en alto, bufandas al viento y entremedias, el cortafuegos, una imperceptible línea de paz a punto de quebrarse... En las gradas, alta tensión; abajo, en el césped, alfombra humedecida durante cinco minutos porque los equipos no se pusieron de acuerdo en el tiempo de utilización de los aspersores –el Madrid se negó a que se regara en el descanso–. Y antes de que los jugadores saltaran a calentar, concierto. A los últimos, Dover, les precedieron Celtas Cortos. Antes de cantar «Veinte de abril del noventa», su líder exclamó: «¡Viva la república». No habían llegado al palco ni Sus Majestades los Reyes ni las autoridades. El cortísimo celta no tuvo otra ocurrencia para templar los ánimos de una parte efervescente de la grada. Fue su segundo de gloria.
En el palco no cabía un alfiler. Don Juan Carlos y Doña Sofía presidían; cerca de ellos, Florentino Pérez, Sandro Rosell, Artur Mas, Esperanza Aguirre, Alberto Ruiz Gallardón, Leire Pajín, Albert Soler, Alejandro Blanco, Villar, Astiazarán, Rubiales, Del Bosque, Hierro, Sánchez Arminio y... Shakira. Y el campo, a rebosar, azulgrana y blanco al 50 por ciento, un espectáculo.
El ambiente en Mestalla fue el máximo exponente de lo que se vio todo el día por las calles de Valencia. Camisetas azulgrana, camisetas del Real Madrid y banderas españolas entre la indumentaria de estos últimos.


Pacífica convivencia
La masiva presencia de aficionados –60.000 en total y sólo 40.000 con entrada– provocó pequeños incidentes durante todo el día en las calles de Valencia. No hubo detenidos y únicamente diez aficionados necesitaron ser atendidos por la Cruz Roja después de una carga policial que se produjo en los alrededores de Mestalla antes del arranque del partido y que fue el único contratiempo significativo de la jornada. El lanzamiento de botellas por parte de un reducido grupo de madridistas motivó la actuación de la Policía.