Eurocopa 2016
OPINIÓN: Pepe no nos des tormento por Lucas Haurie y María José Navarro
Necesario poli malo
Pepe da patadas, de acuerdo, algunas veces escalofriantes. Cuando se le funden los plomos es tan descarado, que todo el mundo ve que ha cometido una tropelía, lo que facilita la tarea de árbitros y comités. Otra cosa es que, por el peso de la camiseta que lleva, aparezca como el miércoles un amigo esloveno que lo exima de expiar sus agresiones al pobre Lisandro, que aún no sabe de dónde le llovían las leches. Pero eso no es culpa de Pepe, quien se limita a recoger el testigo de otros ilustres leñeros a los que el poderoso escudo del Real Madrid dio patente de corso para zumbar: Marquitos, De Felipe, Benito, Camacho, Hierro… Felipe González alabó en su momento a quienes se manchaban las manos en las alcantarillas del Estado. El central de los 30 millones de euros se ensucia en el subsuelo futbolístico para que brillen sus compañeros más talentosos.
A mí es que los tuercebotas siempre me han caído bien (no hay más que verme jugar una pachanga). María José, hacia quien no puedo tener más admiración desde que el maestro Luis del Val la cita en sus comentarios radiofónicos, flaquea en este punto porque la pasión le puede. Critica a Pepe igual que lo defendería si le saliesen rayas rojas en la camiseta y seguro que trocaría algunos epítetos peyorativos (criminal, violento…) por otros con connotaciones distintas (viril, contundente…) si estuviésemos hablando del malogrado Arteche o de Iselín Santos Ovejero. Los trompazos duelen más o menos según quién los propine. Un gran equipo siempre debe contar con alguien que imponga respeto. El Madrid galáctico fracasó por la carencia total de estos ejemplares y Florentino no quiere que se le afemine de nuevo el invento.
Lucas Haurie
El amable karateka
Ha dicho Valdano que Pepe es una persona encantadora y desde aquí añadimos que, además, posee una sonrisa preciosa, la envidia de los pacientes de Vitaldent. Don José, seguramente, sea un magnífico hijo, amigo de sus amigos, y tenga una mano fabulosa con los niños. Ojo, que encima es piscis, o sea, amable, idealista y sensible. A punto de lagrimón emocionado gracias a la bondad intrínseca de Kléper se me viene a la cabeza el estrangulador de Boston, que era un tío guapísimo y muy educado cuando no estaba apretando nueces. Pepe acudió la otra noche al Calderón después de patearse a medio Olympique de Lyon, pero en esta ocasión no le hizo falta cocear al rival porque el rival estaba repleto de pichones incapaces de protestarle nada al árbitro o de marcar los límites de su propia casa, así que Pepe no necesitó emplearse a fondo ni mostrar su extenso repertorio de idas de olla. El central del Madrid ha dado muestras en numerosas ocasiones de sus extraordinarias cualidades para el fútbol, pero también de que pierde los papeles con asombrosa facilidad y de lo que es peor: que su cabeza no retiene ni una lección ni un buen consejo. Bien es verdad que a Pepe le favorece que, además del trencilla de turno, pite los encuentros de su equipo el colegiado vasco Alonso Otano, proclive siempre a acompañar al juez oficial de la contienda por todo el campo y a comerle la oreja sin descanso, aunque le advertimos al entrañable portugués que el tolosarra no dirigirá la visita del Sporting al Bernabéu. Es decir, que podemos estar a punto de asistir de nuevo a una clase de artes marciales del tres blanco con patadas a la altura de la cabeza y entraditas salvajes. Una persona encantadora.
María José Navarro
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