Nueva York

Shakira podría alquilar una casa en Biarritz por Jesús Mariñas

 
 larazon

Sólo había que ver actuar a Shakira para saber que es un culo de mal asiento. Pero lo que, hasta ahora, parecía un simple recurso escénico o un tic artístico se hace carne cotidiana después de una semana imparable. El amor que siente por el culé Piqué lleva camino de transformarse en uno de esos culebrones que Colombia produce como nadie. El romance ya parece irrefrenable, incluso con la sospecha de posibles represalias –-no creo que haya amenazas contra ella, siempre respaldada por Michavila, un ex ministro convertido en abogado consejero.

 Entre tanto ir y venir, Shakira ha estado cinco días alojada en el Hotel du Palais de Biarritz, aunque pasaba el día en el cercano balneario del Miramar, acaso disfrutando de sus aguas termales, como en tiempos hicieron Rainiero de Mónaco e Ira de Fürstenberg. La cantante viajó a Baqueira, bajó a Barcelona y, en vuelo privado, se desplazó a París, puede que acompañada por Gerard Piqué, ya que vieron su coche aparcado en el aeropuerto de El Prat.

Todo resulta «jamesbondiano» e incesante. Un amigo me cuenta que visitó la costa francesa para estudiar un posible alquiler de la casa de Cristina Heeren, una íntima amiga de la Infanta Elena, quien prestó a los Duques de Lugo su residencia de Nueva York durante la rehabilitación de Marichalar. Shakira también se acercó en Biarritz al palacete que los duques de Kent solían alquilar cada mes de septiembre.

Otro barcelonés me aclara que su primera novia, Nuria Tomás, no le decoró el ático de Muntaner en el que él vive desde septiembre. Y es que algún día habrá que relatar la relación con Shakira y los motivos que llevaron a Piqué a deshacer su más que camaradería con la propietaria jamonera, que es la mano derecha de su padre, el buen don Tomás. La historia tiene a Barcelona en vilo y los azulgranas andan algo incómodos, porque les parece una intromisión en su intimidad.

Tal y como están las cosas, la artista podría comprar una casa en Baqueira, al mismo tiempo que mantiene el alquiler de parte de la propiedad de David Meca en Bellaterra. No se trata de su residencia, como aseguran algunas publicaciones, sino de un anexo muy amplio y lujoso levantado en lo que era la zona de servicio. Es todo un «waka waka» de carne y hueso, porque Shakira no puede olvidar sus raíces. Y aquí no hay «waka rumor», sino pasión incontenible. Lógico en una bailona como la colombiana.