Barcelona
Coartada legal
La justicia deportiva es a la Justicia lo que la música militar a la música, que decían los clásicos. Es sucedáneo de tal condición que sus decisiones acaban por ser sospechosas de oficio. El Comité de Competición de la Federación Española de Fútbol ha dejado pasar sin sanción algunos de los mayores atropellos sucedidos en los campos de fútbol. Su coartada está en decir que no puede intervenir de oficio.
Cualquier acción punible que el árbitro no incluya en el acta del partido no es condenable. Para que José Mourinho, pongamos por caso, fuera castigado por su agresión al técnico asistente del Barcelona, Tito Vilanova, sería necesaria la denuncia. Al Comité de Competición no le basta que tal acción haya sido vista por toda España y medio mundo. Para el Comité no existe el delito si no media denuncia.
Con tal fórmula han pasado sin castigo graves lesiones como la padecida por el zaragocista César Jiménez, quien se tuvo que retirar del fútbol con 29 años, después de intentarlo todo, cuatro operaciones incluidas, tras la entrada de Figo en el Santiago Bernabéu. Hace medio siglo, cuando el zaragocista Joaquín Cortizo lesionó gravemente a Collar, se aplicó el reglamento, que ahora tampoco está vigor, consistente en sancionar al agresor por el número de partidos que esté sin jugar el lesionado.
No condenar actos que han avergonzado a miles de telespectadores es conceder patente de corso a quienes agreden a espaldas del juez. Esta fórmula facilita la labor del árbitro cuando éste no desea molestar a un club. Las acciones de Marcelo, Villa y Özil constan en acta. Lo de Mourinho, no.
Posdata. «Luchador superfluo, ayer lo más noble, mañana lo más plebeyo».
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