Dos años de la victoria del PP
Política sin cosméticos por Alberto Núñez-Feijóo
S i tuviera que rescatar una sola de las virtudes del próximo presidente del Gobierno, me quedaría con uno de los rasgos que más se han cuestionado de él en los últimos años. Frente a teorías más partidarias de las reacciones impetuosas, yo pienso que el carácter reflexivo de Mariano Rajoy bien merecería figurar en el frontispicio de la buena política. Porque la política tiene como materia prima una realidad y una humanidad que necesitan ser evaluadas con calma y con amplitud de miras. Esta fórmula, aparentemente tan elemental, ha sido la gran ausente en la gestión gubernamental que dirigió los designios de España hasta las elecciones del pasado fin de semana y, a mi entender, también la gran demanda que los ciudadanos hicieron con una contundencia histórica a través de las urnas. En los últimos tiempos, muchos se entregaron a la supuesta infalibilidad de las obras de ingeniería política, aunque éstas relegaran a un segundo plano el interés general y la unidad de la nación española.
Por suerte, Mariano Rajoy nunca ha creído en esas teorías vacuas, consciente de que ni las tácticas más perspicaces del mundo pueden tener éxito si los hechos las contradicen. Los resultados electorales del pasado domingo demuestran que su criterio es el criterio de la inmensa mayoría de los ciudadanos. Si algo ha quedado claro es que la gente prefiere políticos preocupados por las cifras importantes –como el número de parados o la prima de riesgo– y no por las subidas y bajadas de su popularidad. La gente prefiere políticos que se desgasten y no que desgasten el país.
En una situación tan difícil como la que afronta España, la victoria del PP es la prueba de que la gente no se ha sentido persuadida por el marketing, sino por un líder que hace política sin cosméticos y que otorga a los ciudadanos la primera y la última palabra. Mariano Rajoy escucha sin descanso, se fija en los más pequeños detalles de la convivencia ciudadana y esculca el sentimiento colectivo. Una vez hecha esa cosecha, transformará ese material en decisiones políticas orientadas desde el consenso y para el beneficio general de los españoles. Que nadie dude de que la confianza que ha recibido la devolverá con una gestión útil que una a la nación española y contribuya a superar el difícil momento que estamos viviendo.
Lo hará con la serenidad y con el sentido común que han recetado los españoles con sus votos. La serenidad y el sentido común que defienden la idea de que, si los ciudadanos siguen sufriendo importantes tensiones económicas y si en el exterior siguen acusando importantísimas lagunas en nuestra situación como país, es en gran medida a la falta de un rumbo claro y definido con antelación. Estoy convencido de que Mariano Rajoy intentará trazarlo con todas sus fuerzas. Y de que lo hará como siempre, después de una profunda reflexión, para enderezar el timón no sólo hasta la próxima curva, sino hasta la meta del camino. Desde Galicia, desde su «casa», nos sentimos orgullosos y esperanzados de que sea el próximo presidente del Gobierno. Es lo mejor para España.
Alberto Núñez-Feijóo
Presidente de la Xunta de Galicia
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