Kiev
Crónica de un viaje absurdo
El viaje devuelve a los enviados especiales a la Eurocopa a los tiempos de la adolescencia, tiempos de campamentos y fin de curso, donde lo menos importante era dónde dormir. Gracias a la agencia conseguimos vivir experiencias nuevas que nos devuelven atrás en el tiempo. Si no fuera por ellos, nunca hubiera experimentado la sensación de compartir baño con un compañero. A mí, que viajo solo, me ha tocado en el reparto de habitaciones con José Manuel Cuéllar, de "Abc". Otro mérito de la agencia, que ha conseguido que duerman juntos el "Abc"y "La Razón".
El día antes de la final de la Eurocopa nos han hecho perder la mañana, igual que en los días anteriores. Desde que llegamos a Kiev no hemos dormido dos días seguidos en el mismo hotel. Nos ayudan a conocer más zonas de la ciudad, otra cosa para la lista de agradecimientos a la agencia de viajes. Incluso conocemos los alrededores, porque los alojamientos con baño compartido pertenecen a la Ciudad Deportiva del Dinamo de Kiev. Los jóvenes futbolistas que quedan en la residencia nos miran raro los pobres.
La improvisación es normal, nadie se esperaba que España llegara a esta final. Una sorpresa para la campeona de Europa y del mundo. La agencia se supera cada día. Y eso que pensábamos que no ibamos a vivir nada peor después del traslado de Donetsk a Kiev. El viaje, de madrugada, se retrasó por culpa del sobrepeso. Muchas maletas se quedaron allí y llegaron al día siguiente en el avión que trasladaba a los jugadores. Llegamos al hotel a las 8 de la mañana y muchos tuvieron que asistir a la rueda de prensa de Vicente del Bosque cuatro horas después con la misma ropa del dia anterior.
Antes de eso, en el aeropuerto, nadie sabía si su maleta había llegado o tendría que esperar varias horas para que se la llevaran al hotel. El aeropuerto fantasma donde aterrizamos y en el que sólo se veía a los maleteros y a un señor al que parecian haber sacado de la cama para dirigir el aterrizaje, se convirtió en un mercadillo. Los remolques llegaban, destapaban la lona y allá que iba el grupo de enviados especiales a rebuscar entre los bultos. "¿Dónde están mis maletas, mis maletas dónde están?", cantaban algunos, mientras otros recordaban los tiempos de la venta ambulante, "Melocotones, oiga". Sólo queda el humor. Menos mal que a los de la agencia no se les ha ocurrido ponernos los anuncios de Georgie Dann con el crucerito. Claro que lo cobrarían como si nos hubieran llevado al concierto de Año Nuevo en Viena .
P. D: Creo que esta noche los de la agencia nos invitan a cenar. Gracias, majos.
✕
Accede a tu cuenta para comentar