Presentación
«Retuiteando» por María José Navarro
Esto de las redes sociales tiene su gracia, la verdad. Yo empecé por Facebook, que me servía para echar unas risas con la gente de la oficina y colgar musicola para compartir con los amigos, y desde hace meses estoy enganchada a Twitter, donde lo divertido es que la gente de la que recibes información puede ser absolutamente ajena a tu círculo de conocidos.
Se trata de seguir, sin que sea necesaria su autorización, a los personajes más dispares, casi todos ellos populares, conocidos, famosos o profesionales de los medios de comunicación, de tal forma que se ha convertido en una estupenda y novedosa manera de enterarse de la actualidad.
Hay periodistas muy activos, deportistas muy participativos, actores, músicos y famosos de medio y largo pelo, y de lo que se trata es de seguir a cuanta más gente mejor, de tal forma que los comentarios se vayan refrescando cada poco y puedas asomarte a un muro que funciona con la velocidad de un impulso. Entre todos ellos, hay «twitteros» que son impagables para los que no podemos aportar nada más que nuestra atención, y los hay también empeñados en mostrar que tienen el ego tan gordo que está necesitando pasarse por Pronokal.
Y luego hay otros que nos hacen la vida más divertida, como Cristiano Ronaldo, con cuenta verificada, al que me encanta hacer preguntas comprometidas y espeluznantes del tipo: «¿Qué estación del año prefieres?». Ojo, que contesta y con soltura. Pero si tuviera que quedarme con algunos descubrimientos recientes, me decantaría por el actor Stephen Fry, que ha creado perfiles falsos para su mujer, su gato, su perro y sus galletas y que entre todos le ponen a caldo; con las disputas verbales y reales entre el ex presidente Uribe y Daniel Samper Jr.; y con el tipo o tipa que se hace pasar por la Reina Isabel II de Inglaterra, por sus ingeniosos y desternillantes análisis de la actualidad mundial.
Bien es verdad que todo tiene su envés y Twitter también. Se trata de los internautas que, amparados en el anonimato que permite la red y el sistema, se dedican a insultar y a molestar a algunos de los que dan su cara y su nombre verdadero con comentarios soeces y de un mal gusto extremo. Como ejemplo, recordar el sinfín de frasecitas bochornosas y machistas dedicadas a Leire Pajín en la gala de los Goya. Si el humor de moda consiste en ridiculizar a una señora por sus kilos, el panorama es descorazonador. Siempre hay cachondos de guardia. Una pena.
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