Elecciones Generales 2016
El PP y la crisis
En la «Pasarela» del pasado lunes habíamos dejado a Griñán con las vergüenzas al aire porque en el Debate sobre el Estado de la Comunidad, y contrariamente a lo que presume, hizo más ideología que política ocultando subidas fiscales a rentas no precisamente altas. Buscaba, claro, asociar subliminalmente al PP con los ricos. Ahora bien, una vez descubierto el presidente en sus contradicciones y mentiras, no es menos cierto que los populares empiezan a encontrar serios problemas en su interrelación con la situación económica. La crisis es un campo político donde se juega básicamente por la banda izquierda y es creciente la percepción del Partido Popular como una formación ausente y con nulo protagonismo en los diversos y trascendentales debates abiertos. En efecto, el PP prefirió dejar solo al Gobierno en su plan de ajuste –podía haberse abstenido en vez de votar en contra– pero luego tampoco quiso movilizar a sus simpatizantes a favor de la huelga de los funcionarios, paro que, por haber fracasado, fortalece a Zapatero. Y ahora, mientras los sindicatos preparan la que este periódico ha calificado, con razón, de huelga general amañada, Izquierda Unida se frota electoralmente las manos y el PSOE sabe que aunque los suyos finjan abandonarlo éstos nunca encontrarán la comprensión de los otros. Por eso González Pons amagó acertadamente con ponerse al lado de la protesta funcionarial y por eso Cospedal, palestino al cuello, reivindica al PP como el partido de los trabajadores. Porque intuyen que la evolución de los acontecimientos, como por otra parte estaba cantado, los va dejando fuera de juego sin saberse a lo que juegan y la realidad es que sólo metiéndose en el partido de las medidas concretas –al igual que se meten en las manifestaciones de agricultores y autónomos– es como podrán rascar alguna bola electoral. Haciendo estiramientos desde la banda sólo gana España, que por algo la llaman «La Roja», y ayer ni eso.
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