Rusia
Rusia construye la primera central nuclear flotante
La apuesta nuclear amplía sus horizontes. En 2013 una empresa prevé poner en marcha un reactor dotado de una potencia de 70 MW. El objetivo, abastecer zonas distantes. Las ONG alertan sobre posibles problemas de seguridad.
A partir de 2013 un barco recorrerá los emplazamientos rusos más alejados y abastecerá de electricidad a sus habitantes. Hasta ahora, algunos submarinos, portaviones y rompehielos habían empleado reactores nucleares en lugar de combustible, pero nunca una central móvil había viajado de ciudad en ciudad para dar suministro a su población. Rosenergoatom, una empresa rusa especialista en energía nuclear, lleva trabajando en su desarrollo cerca de diez años y ahora los habitantes de una localidad ártica han dado luz verde a que sea instalada en la población. Y es que, como indica Javier Dies Llovera, catedrático de Ingeniería Nuclear de la Universidad Politécnica de Cataluña, «este proyecto es novedoso. Hay barcos que desde hace tres décadas utilizan energía nuclear para moverse, pero nunca han servido para suministrar electricidad a emplazamientos carentes».
Según fuentes de la empresa consultadas por este semanario, para producir la energía el bautizado como floating NPP (Pates en sus siglas en ruso) contará con dos reactores y una potencia de 70 MW, que se ampliará posteriormente a entre 300 y 400 MW, lejos de una central española, cuya capacidad es de en torno a 1.000 MW. Una vez obtenida la energía se transportará a tierra mediante una infraestructura local formada por un transformador y una unidad de envío, que se encargará de distribuir la electricidad a los usuarios.
El proyecto, todavía en fase de construcción, no entrará en funcionamiento hasta 2013, pero ya ha despertado algunas críticas. A pesar de que sus constructores aseguran que es una alternativa segura y óptima para abastecer zonas distantes del país, muchas voces llaman la atención sobre sus potenciales peligros. El responsable de la campaña de energía de Greenpeace España, Carlos Bravo, califica el proyecto de «auténtico disparate». En su opinión, la construcción de una central de este tipo «es inherentemente peligrosa, ya que tiene los riesgos propios de la central nuclear en tierra más los añadidos por su propia condición de elemento flotante». Para la ONG ha quedado bautizada como «el Chernóbil flotante» y la desconfianza es absoluta. En este sentido Bravo llama la atención sobre tres elementos potencialmente dañinos.
En primer lugar, plantea sus dudas sobre la posibilidad de desarrollar zonas de contención realmente eficientes. En las centrales nucleares terrestres edificios de hormigón, acero o una combinación de ambos se encargan de contener , en caso de emergencia, un escape de gases radiactivos aunque éstos alcancen presiones muy elevadas. «En la nuclear flotante estas medidas de seguridad se verán minimizadas para evitar que el peso sea demasiado elevado para el navío. Aunque se trate de equiparar su presencia real será mucho más pequeña», asegura.
¿Y si se hunde el barco?
Por otro lado, a esta situación de inseguridad se suma, a su juicio, la mayor probabilidad de sufrir un accidente o ser objeto de un atentado terrorista. «Lógicamente este tipo de embarcaciones no podrían tener en cuenta si están o no en una zona sísmicamente adecuada. Además, grandes barcos han naufragado, se han hundido al fondo del mar. Si esta central se pone en marcha y hay un accidente de este tipo, el desastre ecológico será tremendo», advierte. Asimismo, para el portavoz de Greenpeace la posibilidad de sufrir un atentado y de que éste tenga éxito es mucho mayor. «Su estructura es mucho más frágil. Sólo con el impacto de un avión o un misil podría estallar».
Por su parte Dies Llovera considera que esta propuesta abre la puerta a una aplicación más de la energía nuclear. Para el experto, «este tipo de iniciativas tienen una serie de peculiaridades que han de ser debidamente estudiadas para evitar que la seguridad se vea comprometida». Coincide con Bravo en que dotar al navío de una estructura de contención adecuada puede ser más complejo, al igual que garantizar su estabilidad en un entorno cambiante, pero no cree que, por ello, se deba rechazar su aparición. «La instalación es singular, pero eso no quiere decir que sea menos segura. Si se aplican los mecanismos de seguridad necesarios puede ser bastante positiva su creación».
Respecto a la imposibilidad de tomar en cuenta si el entorno es sísmicamente propicio, el experto tampoco cree que sea un impedimento a su construcción y puesta en funcionamiento. «Lo importante es que el barco aguante, que sea resistente a un oleaje muy intenso. Que en ningún momento, en situaciones extremas, se pueda producir la fractura de tuberías o paredes. Si esto es así no tiene por qué haber ningún problema», afirma.
La primera ciudad que recibirá la visita de la central nuclear flotante será Vilyuchinsk, en la región de Kamchatka Krai. Después la compañía prevé que su aplicación se extienda a otras localidades con carencias energéticas. Además, según la compañía, más de 20 países han expresado su interés en la utilización de este tipo de barcos, aunque, por el momento, no barajan la posibilidad de construir para terceros. «Es demasiado pronto para hablar de exportación. Primero necesitamos terminar de construir la planta y demostrar que su uso es posible y realmente eficiente».
En este mismo sentido de eficiencia Bravo y Dies LLovera también se han pronunciado. Para el portavoz del grupo ecologista, esta alternativa es «completamente ineficiente». «Si realmente se quiere dotar de elementos energéticos eficientes a estas poblaciones aisladas la mejor opción pasa por considerar las energías renovables. Las energías eólica, solar o de biomasa son energías limpias que solas o combinadas pueden abastecer de forma constante este tipo de zonas», aconseja. «De nada sirve que una central se enchufe a la localidad en cuestión durante un periodo de tiempo limitado. Lo realmente útil es que se busque una solución duradera», argumenta.
Sin embargo para Llovera la potencial eficiencia de estas embarcaciones es justo ésa: poder ir moviéndose de localidad en localidad para abastecer de electricidad a las zonas aisladas. «Se trata de cubrir unas necesidades concretas y una demanda puntual. Si la demanda se prolonga en el tiempo es mejor construir una central nuclear terrestre en el emplazamiento», asegura el experto.
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