Castilla-La Mancha

El «sesapil»

La Razón
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Una agencia de contactos para gente casada (a mí no me miren, que yo soy muy paleta y muy poco versátil de la parte de la ingle) ha hecho un estudio sobre los políticos y su «sex appeal». Yo me he palpado buscándomelo y he llegado a la conclusión de que o no lo tengo o me lo he comido en un descuido o en un ataque de hambre. Primero pensé que el «sex appeal» nunca había parado ni a tomarse un café en Albacete (que es donde servidora tejió sus hechuras iniciales y, a la postre, determinantes), pero después comprobé que mi paisana la Cospedal por lo visto lo tiene a espuertas, así que he llegado a la conclusión de que a mí el tirón entre los hombres me persigue, sólo que yo soy más rápida.

A lo que íbamos, que mi María Dolores está que lo peta entre el personal y se ha colocado a la cabeza de los políticos con los que los españoles quisieran tener un lío del montepío, asunto sobre el que me extraña que aún no se haya montado en la Televisión de Castilla-La Mancha una hagiografía como Dios manda. Arantza Quiroga pierde el liderato y se queda en plata, y le siguen tres ministras: la Sinde, la Jiménez y la Chacón, cada una de su padre y de su madre y de estilos distintos. A la par de Cospedal, pero entre el público femenino, el que triunfa es Íñigo Urkullu, con lo serio y lo paradito que es, resulta que tiene seguidoras en toda España, perdón, quise decir en todo el Estado. El caso es que las autonomías están de moda, porque al presidente del PNV le sigue Artur Mas, ese jefe del gobierno catalán que luce mandíbula de superhéroe, Gallardón y sus cejas, Patxi López y esa pinta de benino que posee y en quinto lugar Llamazares, cosa que le habrá alegrado enormemente, celosón y proclive a la pelusa en cuanto no se cuenta con él en todos los charcos.

Me llama poderosamente la atención que tanto Rajoy como Rubalcaba aparezcan en la lista con dígitos muy bajos, así que me atrevo a afirmar sin temor a equivocarme que han perdido la erótica del poder. Es más, me atrevo también a sacar varias conclusiones pelagreras, que son mi especialidad. Primera: se lleva la España de las autonomías y están de moda los dirigentes de provincias. Segunda: hasta para tener una aventura los preferimos formalitos, aburridos, densos y con eterna cara de preocupación. Y tercera: los dos candidatos a la presidencia del Gobierno nos provocan un sopor tremendo y por no animar, no le alegran las pajarillas ni a sus propios votantes. Es decir, que representarnos no sé si nos representan, pero hay algo claro y meridiano: no nos ponen.