Finanzas
Unas calificadoras cada vez más descalificadas
SANTANDER- La historia de las agencias de rating estará siempre ligada al estallido de la crisis de las hipotecas «subprime» en EE UU. Moody's y S&P calificaron en 2007 con la máxima nota de solvencia crediticia (AAA, posibilidad nula de impago) bonos respaldados por activos hipotecarios de dudoso cobro que las entidades financieras vendieron después a los inversores. Participaron en aquel juego del sector financiero, dieron su beneplácito a que los productos se comercializaran y además, cobraron por ello.
El impago masivo de estos créditos y la devaluación de los activos que soportaban la deuda emitida por los bancos y sociedades hipotecarias derivó en una brutal crisis financiera, que aún colea. Quebraron bancos, otros fueron recapitalizados y nacionalizados, muchos ciudadanos perdieron los ahorros de toda una vida y el Estado tuvo que gastar cientos de miles de millones de los contribuyentes en tapar el colosal agujero.
En la crisis actual, las agencias han actuado como un catalizador de los descensos de los mercados y no han evaluado con suficiente antelación la posibilidad de impago de un emisor. Se escudan en que ellas emiten «opiniones», pero lo cierto es que, hoy por hoy, son la única fuente para conocer la probabilidad de que una inversión no sea recuperada. El problema principal reside en que no son independientes, ya que es la empresa o Estado el que les facilita la información para emitir sus valoraciones y, además, el que les paga. Sin rating, una colocación de deuda no es fiable. Aunque eso podría cambiar el breve. El Banco Central Europeo estudia prescindir de sus servicios para dar préstamos a la banca y usar su propia valoración de los activos.
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