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La revolución tranquila de Mario Draghi

En su primer año en el BCE, ha inyectado más de un billón de euros a la banca, ha bajado tipos al 0,75% y ha reabierto la compra de bonos

La revolución tranquila de Mario Draghi
La revolución tranquila de Mario Draghilarazon

Bruselas- Cuando hace un año Mario Draghi presidió su primera reunión del consejo del Banco Central Europeo (BCE), pocos imaginaban que su política daría un vuelco drástico a lo que se conocía hasta entonces. En lo peor de la crisis, con legiones de especuladores cebándose con los países más débiles, este hombre de mirada cansada ha sabido ganar la peor guerra de la historia de la UE: la ruptura del euro.

Sus armas han sido las tres bajadas de tipos de interés, las dos megasubastas de liquidez a tres años y un nuevo programa de compra de deuda, medidas que han creado una barrera de protección sobre el euro y le han valido fuertes críticas desde Alemania, lo que le ha llevado a comparecer en el Bundestag para aplacar el ánimo de los diputados del país.

Y es que Draghi no se esconde. Lejos de las retorcidas declaraciones de su antecesor, Jean Claude Trichet, Draghi llama las cosas por su nombre y deja encandilados a los periodistas en ruedas de prensa precisas en las que el arte de la interpretación ha quedado atrás, algo que también han agradecido los mercados. Con él como presidente, el BCE ha acometido dos operaciones de inyección de liquidez a tres años, una en diciembre del pasado año y la otra en febrero de este ejercicio, que han permitido a los bancos contar con efectivo suficiente. En total, la institución ha inyectado 1,019 billones de euros al sector.

Pero su labor al frente del banco emisor, que durará un total de ocho años, aún tiene grandes desafíos. El principal, superar los recelos que despierta precisamente el arma que todavía no ha tenido ocasión de probar: las Operaciones Monetarias Directas (OMT en inglés) o, lo que es lo mismo, el programa de compra masiva de bonos soberanos de los países en apuros. Por ahora, la sola mención de este mecanismo ha bajado los niveles de la prima de riesgo en países como España e Italia y ha dado alas a sus gobiernos para que puedan continuar con las reformas sin necesidad de quedar fuera de los mercados, como ocurrió con Grecia, Portugal e Irlanda.

Para el presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, erigido en guardián de la ortodoxia financiera, el mecanismo puesto en marcha por Draghi es, sin embargo, todo un peligro, pues a su juicio supone una financiación encubierta de los estados, algo vetado por los tratados. De hecho, pese a la interpretación general de que la solicitud de un rescate preventivo al fondo de rescate supondría desencadenar la acción del BCE, Jörg Asmussen, el alemán en el Consejo de Gobierno del BCE, ha advertido de que la petición de rescate no implica la intervención automática del banco central.

El siguiente desafío de Draghi es, además, la puesta en marcha del supervisor único bancario, un encargo envenenado que también levanta ampollas en la orilla del Rhin. Según el plan del presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, el control por parte del BCE debería entrar en vigor por fases desde el primero de enero de 2013 y afectar inicialmente a los bancos que han pedido o recibido ayudas públicas, para completarse durante el siguiente año e incluir a los 6.000 bancos de la zona euro.

Sin embargo, Draghi tendrá que doblegar a Alemania, que busca estrategias para dilatar el tiempo y no es partidaria de que el supervisor vigile a toda la banca, especialmente a sus bancos regionales. Cualquier demora en el supervisor único, a su vez, retrasaría aún más la posibilidad de que el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) recapitalice directamente los bancos, ente ellos los españoles. En lo único que parece coincidir Draghi con Berlín es en la receta del ministro de Finanzas, Wolfgang Schauble, de crear un «supercomisario» que pueda intervenir en los presupuestos de estados de la UE.

«Súper Mario»
La audacia del italiano ha reforzado el apodo de «Súper Mario», que se ganó en su etapa como director del Tesoro italiano, aunque todavía no ha habido ocasión de testar su última propuesta, su plan de compra ilimitada de bonos siempre que el Estado beneficiario pida antes el rescate. «Con Draghi ha habido un antes y un después en el BCE. Lo ha flexibilizado. No es tan ortodoxo como Trichet», apunta Joaquín Maudos, del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie).

«En los primeros meses cumplió con las expectativas al suspender el programa de compra de bonos. Pero luego cedió, como su antecesor, a las presiones de los gobiernos, incluido el alemán, para solucionar con medidas no convencionales la crisis soberana», afirma el director del Instituto de Política Económica de la Universidad de Colonia, Juergen B. Donges, ex miembro del «club» de los «cinco sabios» que asesoran al Gobierno de Berlín.

En el otro extremo, los países con problemas como España consideran a Draghi su salvador. Rajoy empezó a respirar el día 26 de julio, cuando le escucho pronunciar aquellas mágicas palabras: «Dentro de nuestro mandato, estamos preparados para hacer todo lo que sea necesario para preservar el euro. Y, créanme, será suficiente». Esa promesa, que se concretó en el plan aprobado el pasado 6 de septiembre con el plan de compra de bonos en el mercado secundario, ha servido para mantener cierta calma en los mercados, convencidos de que es cuestión de tiempo que España, y quizás también Italia, acepten la oferta del dirigente italiano. De momento, son sólo palabras.

 

La prima sólo reacciona con el «efecto Draghi»
La evolución de la prima de riesgo de España sólo ha reaccionado de forma notoria en los últimos doce meses al «efecto Draghi». Los recortes del Gobierno para reducir el déficit no han tenido un impacto ni siquiera parecido al de las palabras y movimientos del BCE. Entre los meses de enero y abril de este año, los tipos de interés de la deuda española se relajaron gracias a las macrosubastas de «dinero barato» de la institución, mientras que el simple planteamiento del plan de compra de deuda ha hecho lo propio en el mercado desde el pasado 25 de julio. Cuando Draghi mueve ficha para proteger al euro, los enemigos de la moneda única se alejan y los países de la eurozona se financian más barato.