Manila
«Overbooking» en el planeta
Anoche nació en Filipinas el habitante 7.000 millones, pero ¿será capaz de soportar la Tierra tanta población?
MADRID- Malthus se equivocó. Si a finales del XVIII alguien le hubiera dicho al economista británico que, apenas dos siglos después, nuestro planeta iba a alcanzar los 7.000 millones de habitantes, se hubiera llevado las manos a la cabeza. Y es que la cifra se da de bruces con uno de los pilares del malthusianismo: la población crece más rápido que los recursos. «Para Malthus, o solucionábamos el desastre mediante la abstinencia o ya se encargaría la naturaleza de matarnos», afirma a este diario Julio Pérez Díaz, demógrafo del CSIC. También es comprensible su error. «Con esta población, en el siglo XIX habría muerto la mitad en sólo cinco años», añade.
En un principio, el Fondo de Población de Naciones Unidas (Unfpa) había calculado que el pequeño 7.000 millones podría haber nacido hoy en el estado más poblado de la India, Uttar Pradesh. E hilando todavía más fino, la ONG Plan India había señalado a siete mujeres de la aldea de Mal como candidatas a alumbrar a este simbólico bebé. Sin embargo, el parto se adelantó, con un «ligero» desvío hacia el este. Con 2,5 kilos de peso, la filipina Danica May Camacho vio la luz por primera vez en el Hospital Memoria José Fabella de Manila y fue elegida por la Unfpa como el primero de los «bebés siete millones» que nacieron entre ayer y hoy. «Es un bebé adorable», dijo ayer su madre, Camille Dalura, que recibió un pastel de manos de los principales funcionarios de la ONU en Filipinas. Se trata del segundo hijo de Camille y Florante Camacho. Y aunque se pensaba que iba a nacer exactamente a las 00:00, hora local, se adelantó dos minutos.
Efectos multiplicativos
La ONU se congratuló esta semana por el «éxito» que supone alcanzar esta cifra. No en vano, es la prueba de que gozamos de vidas más largas y saludables. Ahora bien, las «disparidades persisten» en cuanto a las condiciones de vida entre los países y ciudadanos de un mismo país. «Supone un reto, una oportunidad y una llamada a la acción», afirmó Babatunde Osotimehin, director ejecutivo del Unfpa.
¿Qué ha ocurrido para que la población mundial se haya doblado desde los años setenta del siglo pasado? Lo explica el aumento de esperanza de vida –de los 48 años de 1950 a los 68 de comienzos del XXI– y el descenso de la mortalidad infantil –de 133 defunciones por cada 1.000 habitantes a mediados del siglo XX a las 46 por cada 1.000 actuales–.
«El siglo XX ha vivido un crecimiento sin precedentes», subraya Pérez Díaz. Hasta el XIX, la mortalidad, sobre todo la infantil, era muy elevada. «El 20 por ciento de los nacidos morían antes de cumplir un año de vida. Y prácticamente la mitad estaban muertos antes de cumplir los 15 años», añade.
La supervivencia de los niños tiene efectos multiplicativos, pues éstos, a su vez, pueden engendrar a otros en el futuro. Algo que ha compensado con creces el hecho de que la tasa de fecundidad mundial se haya visto reducida a la mitad en el último medio siglo: de 5 a 2,5 niños por mujer.
Ante este escenario, surge la pregunta: ¿es nuestro planeta «sostenible» con 7.000 millones de almas? «Hemos llegado al límite de los recursos de nuestro planeta», asegura Luis González, coordinador de Ecologistas en Acción. Y es que los recursos que hoy parece que alcanzan para 7.000 millones, podrían ser insuficientes cuando alcancemos los 9.000. Una cifra que, como apunta Pérez Díaz, podría superarse en 2050.
Según los ecologistas, los «números rojos» alcanzan a todos los niveles. ¿El petróleo? «La Agencia Internacional de la Energía estima que hemos agotado la mitad», apunta González. Y cuando el consumo aumenta, el precio se dispara. Si nos ceñimos a España, el dato es preocupante: «Nuestro país consume como si fuera tres veces más grande», asegura. ¿Los océanos? Entre el 60 y el 80 por ciento de las pesquerías europeas están sobreexplotadas, dicen en Ecologistas en Acción. ¿El agua? Cerca de 1.000 millones de personas no tienen acceso al agua potable. ¿El medio ambiente? Según Greenpeace, sólo en España se llegó a superar más del 50 por ciento de las emisiones de CO2 permitidas en el período 2006-2007.
Injusticia
La sombra de la injusticia es alargada: «El 80 por ciento de los recursos es para el 20 por ciento de la población. Si tuviéramos un reparto equitativo, alcanzarían a todos», añade González. Porque, como dice Pérez Díaz, «no es un problema de si el planeta está preparado; el problema es si la humanidad está preparada».
«Hay una paradoja injusta», señala el demógrafo. «Creemos que los países ricos somos los más damnificados por el progreso en lo que impactos medioambientales se refiere y tenemos la imagen idílica del africano subsahariano que vive en la naturaleza. Es una falsedad sangrante. Ellos son los más perjudicados. En Nigeria, por ejemplo, venden sus selvas para conseguir ingresos por venta de madera», comenta.
Como señalan en Ecologistas en Acción, el África subsahariana, Asia y América Latina son los grandes perdedores. Pero la injusticia en el «reparto» de recursos empieza a ser cada vez más visible en Europa.
La Unfpa calculó que cerca de la mitad de la población–el 45 por ciento– son jóvenes de hasta 24 años de edad. Eso sí: esta franja convivirá con la mayor proporción de ancianos de la historia: 900 millones mayores de 60 años. Nuestro planeta ha envejecido. ¿Peligra entonces la viabilidad de los sistemas de pensiones? Pérez Díaz no lo cree así. «En España tenemos la población más vieja que hemos tenido nunca, pero también nuestro sistema de pensiones es el más saneado que hayamos tenido».
Para el científico, el progreso, nuestra capacidad de imaginar otras maneras de extraer rendimiento del entorno, ha posibilitado que las previsiones de Malthus no se hayan cumplido. Hoy, el mundo mira con asombro la cifra de 7.000 millones y el espectacular crecimiento. Mañana, cambiaremos el discurso. «Dentro de poco se hablará del gran drama que supone que la población deje de crecer. El ritmo de crecimiento viene reduciéndose hace bastante tiempo», señala.
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