Valencia

Animales químicos: monstruos creados por el hombre

¿Son seguras las sustancias que utilizamos en la agricultura y la industria? Caracolas hembra con pene, invertebrados con más peso, peces de interés comercial con células reproductoras femeninas... En la Naturaleza en estado salvaje podría estar la respuesta 

Animales químicos: monstruos creados por el hombre
Animales químicos: monstruos creados por el hombrelarazon

H ace tan sólo unas semanas un estudio revelaba que las ratas alimentadas con un maíz modificado genéticamente tenían más probabilidades de desarrollar tumores y daños en el hígado y los riñones. No es la primera vez que un estudio alerta de alteraciones en la Naturaleza. Caracoles marinos hembra con pene, peces con células femeninas en sus órganos reproductores o caimanes macho con hormonas femeninas y menos testosterona de la que debían tener... son sólo algunos de los ejemplos que se han atribuido a sustancias químicas introducidas por el hombre. A la espera de que un nuevo informe ratifique o no el estudio publicado en la revista científica «Food and Chemical Toxicology», el interrogante no podría ser otro: ¿son seguras las sustancias que estamos utilizando en la agricultura y en la industria? En la Naturaleza en estado salvaje, no en laboratorio, podría estar la respuesta.
La contaminación química es considerada uno de los principales factores que afecta a la pérdida de la biodiversidad. En cuánto se desconoce, pero se sabe que se trata de un problema creciente, ya que se estima que, de aquí a 2050, la producción de estas sustancias químicas que hoy provocan la muerte de 4,9 millones de personas en el mundo (según la OMS y Pnuma) crecerá un tres por ciento de media.


No hace falta irse a países en desarrollo para encontrar las potenciales consecuencias atribuidas a estos químicos. Lo sabe bien Rodolfo Barreiro, de la Universidad de La Coruña, que lleva desde 1996 investigando, junto a otros compañeros, el fenómeno conocido como imposex en dos gasterópedos marinos por toda la costa gallega: Nucella lapillus y Nassarius reticulatus. «Los caracoles de estas dos especies que recogíamos por toda la costa gallega tenían un micro pene. El imposex afectaba al 100% de las hembras de Nucella lapillus en todas las localidades de Galicia, es decir, más de 50 localidades de todo el litoral, tanto zonas de mar abierto como en áreas de interior de las rías», explica Rodolfo Barreiro a este semanario. Pero no era el único país afectado. El culpable: el tributilestaño (TBT).


A diferencia de los caracoles terrestres, los caracoles marinos (también llamados caracolas) no son hermafroditas. O mejor dicho, estos moluscos «no lo eran» hasta que llegó el TBT, una sustancia química utilizada en su día para el tratamiento antiincrustante de los barcos, puertos y otras estructuras sumergidas, que se añadía a la pintura. «Un estudio europeo concluyó que esta malformación muy desarrollada en las Nucella hembra hace que se queden estériles y entonces desaparecen poblaciones», explica. Con el fin de evitar esta pérdida, «la UE prohibió el empleo de TBT en el año 2003 con el objetivo de que en 2008 ya no hubiera embarcaciones con esta sustancia que años después sigue afectando a estos organismos marinos», asegura Barreiro.


«Desde 1996 a 2004, todas las hembras de Nucella lapillus analizadas en la costa gallega tenían imposex. Esta situación se mantuvo así hasta 2005 –prosigue Barreiro–, cuando empezamos a encontrar poblaciones con un porcentaje apreciable de hembras sin imposex, aunque este fenómeno lo detectábamos en todas las zonas. No es hasta 2009 cuando por primera vez encontramos una población sin ninguna hembra afectada; es decir, una población comparable a las que debería haber antes de que el hombre empezase a usar TBT. Desde la entrada en vigor de la prohibición del uso de TBT en pinturas hemos observado un descenso gradual pero lento de la presencia de TBT acompañado de un descenso igual de gradual y todavía más lento de la incidencia de imposex».
«No sé cuándo podría desaparecer el imposex en Galicia. La caída ha sido acusada en los últimos tres años, de modo que si se mantiene la misma tendencia, tal vez en cinco o diez años el imposex en Galicia sea sólo un recuerdo en los libros sobre contaminación», concluye Barreiro.


El TBT tuvo en este caso un efecto como disruptor endocrino. Pero no es el único químico con estas consecuencias. De hecho, el rango de químicos con este efecto es muy amplio.
Otro ejemplo son los machos de carpas afeminados que se detectaron en el año 2000 en el Llobregat. En este caso los machos estaban sintetizando vitelogenina, una proteína que producen las hembras de en el momento de aparearse. Sin embargo, como explica uno de los investigadores que detectaron estos hechos, una de las sustancias cuya presencia está creciendo más rápidamente en este entorno son los fármacos. «Detectamos concentraciones elevadas de productos farmacéuticos en el río Llobregat, cuyo riesgo se incrementa por las sequías», explica Damiá Barceló, investigador del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
En concreto, Damiá detectó que la presencia creciente de «fármacos antiinflamatorios y atelonoles en el río Llobregat está engordando los invertebrados bentónicos, sobre todo en la parte más baja del cauce». Las consecuencias se desconocen, pero se sabe que si se incrementa la presencia de fármacos en los ríos, los invertebrados engordan, lo que afecta a la biodiversidad, ya que tienen más dificultad de movimiento, modifica el crecimiento...».


En la actualidad, Barceló está inmerso en un nuevo estudio, cuyas conclusiones hará públicas a finales de noviembre en Valencia. «Las muestras tomadas en cuatro ríos demuestran que la mayoría de los peces del río están contaminando con diclofenac (comercializado como voltarén)». Según los datos facilitados por Barceló, «he detectado este antiinflamatorio en el Llobregat, Ebro, Guadalquivir y Júcar, con unos niveles de entre dos y 15 ng/g. La presencia de este fármaco la detectaron tanto en Barbos de Graells (Barbus graellsii), como en lubinas negras (Micropterus salmoides). Las muestras de peces tomadas denotan que los ríos más contaminados, el Ebro y el Júcar, son también los que tienen una mayor presencia de productos farmacéuticos».


Otro de los «monstruos» creados por el hombre fue la femenización del salmonete (Mullus barbatus) en el Mediterráneo nooroccidental. «Detectamos que los ejemplares macho de este pez bentónico tenían células femeninas en su gónada. En concreto, un grupo de oocitos, células reproductoras femeninas. Lo que denotaba que los peces machos habían sido expuestos a contaminantes con efecto estrogénico, como nonilfenoles (presentes en algunos detergentes), etinil-estradiol, componentes de píldoras anticonceptivas... En otros casos, las gónadas de los machos, en lugar de estar repletos de espermatozoides, vimos que tenían fibrosis y un exceso de tejido conectivo», explica Cinta Porte, investigadora del departamento de Química Ambiental del IDAE (CSIC), y una de las autoras del estudio publicado en 2006 en «Enviornmental Pollution».


Algo impactante al tratarse de una especie de interés comercial. Sin embargo, la falta de recursos económicos ha impedido que se siga estudiando la alteración endocrina del salmonete, ya que la investigación contaba con financiación de la UE, explica Porte que en este momento está inmersa en un proyecto para analizar la posible afección endocrina de los peces del río Besos. En concreto, la investigadora explica «que este verano tomamos las primeras muestras en el río Ripoll, que cuenta con poco caudal y pasa por zonas de alta densidad de población y muy industrializadas. Tomamos muestras de dos especies de peces: Barbus meridionalis y Squalius laietanus. En este trabajo coordinado por Alberto Maceda, de la Facultad de Biología de la Universidad de Barcelona, vamos a evaular el efecto de contaminantes a nivel de alteraciones endocrinas en estas especies». Lo difícil, como reconoce Porte, no es evidenciar efectos de la contaminación, que ciertamente los hay, sino que tengan trascendencia y sirvan para mejorar la calidad del entorno.


También se han detectado casos de hermafroditismo en mejillones y lisas en Vizcaya. En concreto, el estudio publicado hace dos años en «Ecotoxicology and Environmental Safety», la investigadora Miren Cajaraville, de la Universidad del País Vasco concluía que había un alto porcentaje de mejillones con órganos reproductores masculinos y femeninos, y casos de corcones macho con intersex, ya que se detectó la presencia de células femeninas en sus órganos reproductores.

Caimanes afeminados
Fuera de nuestras fronteras, uno de los casos más llamativos tuvo lugar en el Lago Apokca, en Florida. Allí la población de caimanes expuestos al pesticida dicofol tras un vertido accidental en 1980 por una empresa química no sólo diezmó la población de los caimanes (algunos expertos hablan de la muerte del 90 por ciento de la población), sino que años después mostró en la naturaleza salvaje su peor cara. La mortalidad de los huevos se había disparado y la mitad de las crías de caimán nacidas morían antes de que pasaran diez días. Mientras que los huevos que ponían las hembras no eran viables, los machos jóvenes estaban fuertemente feminizados y tenían en más de la mitad de los casos el pene anormalmente pequeño.
Las investigaciones posteriores demostraron que los químicos vertidos al lago Apopka habían alterado el sistema endocrino de estos reptiles y futuras generaciones, limitando así su capacidad de reproducirse.


Pero no sólo el sistema reproductivo se había visto alterado. La composición de los huesos de los juveniles de caimán hembra también se habían visto alterados por el vertido del pesticida, según un estudio públicado décadas después (en 2004) en «Environmental Health Perspectives» .
Las malformaciones o alternaciones antes descritas no son desgraciadamente las únicas. La literatura científica y los libros (como la «Epidemia química») recogen también casos de alteraciones endocrinas por químicos en California, en el Lago Michigan, en el Lago Ontario, en ríos británicos... En definitiva, estos ejemplos demuestran que es urgente regular la producción y el empleo de estos químicos, tal y como han solicitado desde la Organización Mundial de la Salud y el Programa de Nacionales Unidas para el Medio Ambiente, por el elevado coste que tienen para nuestra salud y para el medio ambiente.

 

El estudio de la polémica: ratas con cáncer por consumo de maíz transgénico
Las ratas alimentadas toda su vida con maíz transgénico de Monsanto o expuestas mediante el consumo de agua a su fertilizante más vendido, Roundup, sufrieron tumores y daños múltiples en sus órganos, según un estudio francés publicado el pasado mes de septiembre en «Food and Chemical Toxicology». El estudio elaborado por Gilles-Eric Seralini y sus compañeros de la Universidad francesa de Caen ha dado la vuelta al mundo. Los investigadores dijeron, según Reuters, que el 50 por ciento de los machos y el 70 por ciento de las hembras murieron prematuramente. Pero no está exento de polémica. La Autoridad Europea de Seguridad de los Alimentos (EFSA) ha rechazado esta semana el estudio por insuficiente y ha pedido a Seralini más información para poder adoptar una posición sobre el tema.
 

Caracolas marinas hembras con pene
Un equipo de investigadores de la Universidad de La Coruña empezó en 1996 a observar casos de imposex en las caracolas hembra de la Nucella lapillus. Las primeras muestras dejaron un resultado asombroso: al 100% de estos gasterópedos marinos hembra les había salido un micro pene por culpa del tributilestaño (TBT), un químico añadido a la pintura de los barcos y puertos por su poder antiincrustante. El fenómeno no sólo sucede en Galicia, se repite en otros países miembros, de ahí que en 2003 la UE prohibiese el empleo de TBT en los barcos. Sin embargo, no es hasta el año 2009 cuando se dectecta la primera población sin ninguna hembra con pene. En la actualidad, el imposex sigue, aunque en menor medida, afectando a la costa gallega.
 

Salmonetes macho con células reproductoras femeninas en sus gónadas
Un equipo de investigadores europeos detectó la feminización del salmonete en el Mediterráneo. En concreto, los machos tenían en sus gónadas células reproductoras femeninas. «La imagen A es un corte histológico de la gónada de un pez macho, donde se ven los espermatozoides (en violeta), fibrosis (la zona rosa del asterisco), y lo más llamativo, un grupo de oocitos (células reproductoras femeninas). La imagen B es también una gónada de un macho, que en lugar de estar repleta de espermatozoides tiene fibrosis y un exceso de tejido conectivo. Estas gónadas son normalmente de un tamaño pequeño, sin apenas espermatozoides, y es frecuente encontrarlas en peces de zonas contaminadas», explica Cinta Porte.


Peces contaminados por antiinflamatorios
Por las muestras tomadas, la mayoría de los peces en el Llobregat, el Ebro, el Guadalquivir y el Júcar están contaminados con diclofenac, el principio activo de un antiinflamatorio comercializado como voltarén, según las conclusiones de un estudio en el que está inmerso Damiá Barceló, científico del CSIC. Los niveles de concentración de este fármaco en barbos de graells y en lubinas negras asciende a entre dos y 15 ng/g. El Ebro y el Júcar son los ríos más contaminados por diclofenac.
 

El desastre del dicofol en el Lago Apokca
El vertido accidental del pesticida dicofol en el Lago Apokca, en Florida (Estados Unidos), diezmó la población de caimanes de la zona. La mortalidad de los huevos se disparó y muchas de las crías morían antes de lo esperado. El desastre sucedió en 1980. Pero en el año 2004, un nuevo estudio alertaba de la composición anormal de los huesos en juveniles hembra de caimán. En las imagenes, se muestra las diferencias en la composición de la tibia de un caimán hembra del lago Woodruff (A), y otra del lago Apopka (B).


Datos: 4,9 millones de muertes humanas al año
Los productos químicos causan 4,9 millones de muertes al año en el mundo, según la ONU, organización que calcula que el nueve por ciento de los casos de cáncer de pulmón se pueden atribuir a la exposición de químicos. Hay 143.000 sustancias químicas censadas, pero es imposible saber las que hay realmente.