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Un vagón para buscar nuevas pistas
MADRID- El «visto para sentencia» del presidente del tribunal del 11-M, Javier Gómez Bermúdez, se escuchó hace ya casi cinco años. Tres más, ocho, se cumplen hoy de los atentados de Madrid. Un doloroso aniversario que volverá a poner de manifiesto la profunda división entre las asociaciones de víctimas y que llega, como casi siempre, acompañado de preguntas para las que, por ahora, no hay todavía respuestas. ¿Quién dio la orden? ¿Qué tipo de dinamita estalló en los trenes? ¿Sólo Zougam puso las bombas en los vagones?
Poco importa que 18 de los 29 procesados por la masacre de Madrid fueran condenados finalmente por el Tribunal Supremo. La insatisfacción de algunas asociaciones de víctimas con la sentencia no ha cicatrizado y, en esta ocasión, su búsqueda de la verdad cuenta con un asidero al que agarrarse. El pasado día 3, el fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce, desveló que había dado instrucciones de investigar los restos de uno de los vagones del tren que estalló en la estación de Santa Eugenia, que fueron almacenados por una empresa de Madrid, según desveló Libertad Digital.
Renfe procedió poco después de los atentados a la destrucción de la mayoría de los vagones afectados, sin que hasta la fecha se haya aclarado si fue el juez Juan del Olmo, encargado de la investigación, quien dio la orden. Pero no todos siguieron la misma suerte. Según un informe remitido el 30 de julio de 2007 a la Audiencia Nacional, a instancias de Gómez Bermúdez, por el director de Seguridad de la compañía ferroviaria, Manuel Rodríguez Simons (sobre estas líneas), diez vagones fueron desguazados, siete se repararon y seis se consideraron útiles para el servicio. Otro coche del convoy que estalló en la estación Santa Eugenia no fue al desguace, aunque se calificó como «sobrante» (no aprovechable) y se almacenó en el Taller Central de Reparación de Villaverde Bajo, en Madrid. Los restos de este vagón son los que, presumiblemente, la Fiscalía pretende analizar ahora. Sólo uno de los diez coches donde estallaron las bombas fue reparado, precisamente el único donde explosionó una mochila-bomba en Santa Eugenia.
Ocho peritos sin veredicto
Con las muestras tomadas sobre el terreno y analizadas por la Policía Científica, las discrepancias sobre lo que realmente estalló en los trenes sigue vigente. Entre otras cosas, como se encargaron de apuntar los ocho peritos que comparecieron ante el tribunal del 11-M, porque las muestras se lavaron en su día con agua y acetona, lo que redujo notablemente la posibilidad de detectar la composición de los restos analizados.
Hipótesis y suposiciones aparte, lo cierto es que el Tribunal Supremo ya zanjó la cuestión en su sentencia al afirmar que «la conservación y destino de los vagones en cuestión, una vez hechos en ellos todas las pericias que se estimaron necesarias, corresponde a su legítimo propietario (Renfe), que además cuenta con lugares apropiados para ello».
Fuentes de la Audiencia Nacional restan relevancia jurídica al hallazgo de la chatarra perteneciente a uno de los vagones donde se produjeron las explosiones. Sobre todo, porque «al no haber estado custodiados los restos durante todo este tiempo», la validez como prueba sería muy endeble. Además, dudan de la posibilidad de que, transcurrido tanto tiempo, puedan hallarse restos de explosivo en condiciones de ser analizados con garantías.
La verdad jurídica
En ésta, como en otras cuestiones, hay que remitirse a la verdad judicial, la establecida en sentencia firme; en definitiva, al convencimiento al que llegó el tribunal con los hechos y las pruebas sometidas a su consideración. Lo recordaba en declaraciones a LA RAZÓN, horas después del final del juicio, uno de los tres magistrados que formaban la Sala, Alfonso Guevara. «Tratamos de establecer la verdad jurídica, que no tiene por qué coincidir con la verdad. No estuvimos ahí. Tratamos de no equivocarnos, pero si hay otras cosas, eso no lo sabemos. Nos limitamos a deducir la verdad de las pruebas». Y con las que se plantearon en la vista, la Sala llegó a la conclusión de que de ETA no había ni rastro en los atentados (hasta nueve informes policiales descartaron cualquier relación de la banda terrorista con los islamistas). Que la llamada «trama asturiana» para robar los explosivos ni siquiera existió. Que la presencia española en la guerra de Irak no fue la causa del ataque con bombas. Que Al Qaida no dio la orden. Que no se puede saber qué tipo de dinamita estalló en los trenes y que el «extravagante periplo» de la mochila-bomba que pasó desapercibida en El Pozo y vagó durante horas de comisaría en comisaría no implica que el control de los efectos fuese «deficiente».
El juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco mantiene abierta la causa principal del 11-M. Según indicaron fuentes jurídicas, periódicamente la Policía sigue remitiéndole huellas relacionadas con el atentado que han podido ser finalmente identificadas pero que, por ahora, no permiten abrir nuevas vías de investigación.
El pasado año, dos de las piezas desgajadas del sumario principal terminaron en juicio con resultados dispares. Moutaz Almallah Dabas, casero de la madrileña vivienda de la calle Virgen del Coro por la que pasaron varios implicados en el 11-M, fue absuelto de colaborar con la célula que perpetró los atentados. Unos meses antes, la Audiencia Nacional sí condenó a los islamistas Zohair Khadiri y Djilali Boudsiri a diez y seis años de prisión respectivamente por ayudar a huir a seis autores de los atentados.
Los sindicatos contraprograman los actos de recuerdo
Las críticas vertidas hacia los sindicatos por manifestarse en el aniversario de los atentados del 11-M no han conseguido que CC OO y UGT cambien la fecha de sus movilizaciones para protestar contra la reforma laboral. Los agentes sindicales se excusan alegando que «no quieren provocar» y que consultaron a la Asociación 11-M, presidida por Pilar Manjón, que les dio su aprobación. Otro de sus argumentos es que hoy se juegan todos los partidos de fútbol y no se suspenden ni conciertos ni actuaciones musicales. Finalmente, a las diez de la mañana los sindicatos, junto a la Unión de Actores y dicha asociación rendirán un sencillo homenaje a las víctimas en la plaza de Atocha, que culminará con una ofrenda floral. Después, los líderes sindicales se dirigirán hacia Neptuno, punto de salida de la manifestación, que concluirá en la calle Alcalá.
Esta marcha ha ofendido a la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), que definió a los agentes sindicales como «inmorales» e «insensibles», por lo que no se unirán al acto de Atocha y recordarán a las víctimas del 11-M en el Bosque del Recuerdo del Retiro a las 12 de la mañana. Allí se guardará un minuto de silencio y se leerá un manifiesto en defensa de la verdad, memoria, dignidad y justicia para las víctimas.
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