Nueva York
Obama abre una crisis con su jefe militar en plena ofensiva talibán
El presidente hablará hoy con el comandante de la misión aliada en Afganistán antes de decidir si le cesa.
El presidente norteamericano, Barack Obama, se preparó a conciencia su reunión mensual sobre la estrategia que él mismo redefinió como «Af-Pak» (Afganistán y Pakistán), prevista para hoy. Sobre la mesa estaban un conflicto que se deteriora; el aumento de la violencia y las bajas de las tropas de la OTAN; la cifra simbólica de más de 1.000 soldados estadounidenses caídos; las alarmas de los legisladores de Washington, y la futura salida de los efectivos canadienses y holandeses, entre otros asuntos. Pero todo cambió ayer con la filtración del artículo que la revista «Rolling Stone» llevará a los quioscos el viernes sobre el alto mando de Afganistán, el general Stanley McChrystal. En sus páginas, el comandante de la Fuerza de Asistencia a la Seguridad Internacional (ISAF, por la misión de la OTAN) y las tropas estadounidenses en Afganistán se despacha a gusto contra algunos miembros de la Administración Obama. Esboza críticas contra el vicepresidente, Joe Biden; el consejero de Seguridad Nacional, el general retirado James Jones; el enviado especial del presidente en la zona, Richard Holbrooke, y el embajador en Afganistán, Karl Eikenberry. El artículo empieza con una cena en París el pasado mes de abril para convencer a los aliados de la OTAN de la importancia de su apoyo en Afganistán. McChrystal, que sólo come una vez al día y duerme cuatro horas diarias, no quiere ir a la cita. Odia los sitios «demasiado Gucci», como él dice. Prefiere su uniforme militar y una cerveza a vestirse de etiqueta y beber vino o champán con los ministros de las tropas de la coalición. Así, su equipo convierte la habitación del lujoso hotel donde se hospeda en una sala de operaciones con monitores y equipos especiales para hacer llamadas y enviar correos electrónicos de alto secreto y codificados a Washington y Kabul. El reportero de «Rolling Stone» relata que su jefe de Gabinete, el coronel Charlie Flynn, le reprocha que «la cena viene con el puesto, señor». Acto seguido, el general, que ha prohibido el helado y las hamburguesas en las bases de la OTAN, le enseña el dedo corazón con el puño cerrado, mientras le pregunta: «Ey Charlie, ¿esto viene también con el puesto?». Ni siquiera saben muy bien con quién se van a reunir. «Creo que con algún ministro francés. Es un puto gay», contesta uno de los ayudantes de McChrystal. Otro de sus hombres de confianza tacha a Jones de «payaso» y a Holbrooke de «animal herido».La Casa Blanca llamó ayer a McChrystal para una reunión hoy cara a cara con el presidente Obama, comandante en jefe de las tropas estadounidenses. Ésta es la segunda vez que pide una cita al general, de 54 años y que lleva desde los 22 en las filas norteamericanas. Ya lo hizo después de un enfrentamiento con el vicepresidente Biden. Ayer McChrystal pidió disculpas a través de un comunicado. «Tengo un enorme y profundo respeto por el presidente y su equipo de Seguridad Nacional, y por los civiles y tropas que luchan en esta guerra». Tras una reunión con su Gabinete, Obama consideró que el militar ha mostrado «un error de juicio» al formular sus críticas. «Voy a reunirme con él. Está claro que el artículo muestra un error de juicio, pero quiero asegurarme de que hablo con él directamente antes de tomar ninguna decisión», aseguró el presidente.Sólo una persona defendió al mando militar de la ISAF: el presidente de Afganistán, Hamid Karzai, cuya relación con el presidente norteamericano dista mucho de parecerse a la que mantenía con Bush.Más allá de que en Washington y Kabul se coincida con la opinión sobre las declaraciones de McChrystal, este artículo complica la difícil situación que libra EE UU en Afganistán. Allí, la violencia y la cifra de bajas van en aumento. La Casa Blanca ha evitado responder si va a ser cesado de su puesto. Pero antes tendrán que considerar las repercusiones que vendrían con su destitución. En Kabul se ha ganado una gran reputación por su intachable ética en el trabajo. Mientras, también ha construido una gran relación con funcionarios del Gobierno en Islamabad como parte del eje central de su estrategia. Y su salida podría aumentar el escepticismo entre la población sobre una victoria estadounidense en Afganistán.
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