Castilla y León
Somos diferentes por Víctor M Paílos
Afirma el gran metafísico español Eduardo Nicol que la Humanidad no es una especie sino una comunidad. Los miembros de una especie no son individuos sino partes o ejemplares de la misma. Cuando vemos un perro por la calle decimos: «mira, un perro». Los miembros de una comunidad, en cambio, somos individuos, diferentes unos de otros. No somos partes de una especie sino seres capaces de relación. Por eso, cuando nos cruzamos con una persona por la calle, no nos comportamos como si nos cruzáramos con un perro, con un ejemplar de la especie canis familiaris. Ser persona, miembro de la gran comunidad humana, significa ser diferente. Sólo seres diferentes entre sí son capaces de relacionarse o comunicarse. Pero, claro, no se es persona, esto es, diferente, por haber nacido de dos personas, una madre y un padre. Parece que las diferencias entre los seres humanos son un fenómeno natural, apreciable a simple vista. Salta a la vista que somos todos diferentes unos de otros, aunque no siempre. Cuando vemos por la calle a un grupo de chinos, resulta que nos parecen todos iguales. Y, sin embargo, no lo son. No son, tal vez, ni siquiera chinos sino naturales de Corea del Sur, por ejemplo. Nosotros no distinguimos a unos de otros porque no hemos vivido nunca seguramente en su país, es decir, no les conocemos. Las diferencias, pues, no siempre saltan a la vista. Todo lo que salta a la vista ha recorrido ya un largo camino antes de llegar a nuestros ojos. Este camino es el conocimiento. Los seres humanos nacemos diferentes, es verdad, pero no nos reconocemos diferentes sino después de haber recorrido el camino del conocimiento, de la cultura, del amor. Es haciéndonos diferentes como llegamos a reconocer que lo somos. No basta con nacer para ser: hay que hacerse, conocerse, amarse.
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