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Cursis estelares por María José Navarro

David De Gea abandonó el Atlético de Madrid por el Manchester
David De Gea abandonó el Atlético de Madrid por el Manchesterlarazon

Mis queridos niños: hoy vamos a hablar de un peligro que nos acecha a todos, mucho más en estos tiempos en los que está la cosa muy mala y todos corremos el riesgo de tener que abandonar, ya sea a la fuerza o voluntariamente, el sitio que hemos ocupado durante una parte de nuestra vida. Ya sabéis que ahora se lleva que las empresas estén a dos velas, o que, en su defecto, aumenten las velas para ahorrarse unos sueldos. Este segundo caso, estamos convencidos, es minoritario, testimonial y no es la práctica general de nuestra patronal.

Bien, en el primer caso, y si el panorama se pone chungo, puede que se produzca el lamentable episodio del despido. Los despedidos suelen ser personas discretas que optan por recoger sus bártulos rapidito y sin pagar aperitivos ni contratar fuegos artificiales. Se van intentando imaginar un futuro mejor, esperanzados en que todo cambio es para bien, y tratando de concentrarse en administrar la indemnización por si todo se tuerce. En el momento de la salida, de la definitiva, son más de abrazo sentido que de palabras. Como mucho, se les oye decir «Oye, no perdamos el contacto», o «Pero en la Primitiva sigo, ¿vale?». Sus despedidas son cortas, nerviosas y al mismo tiempo, se les intuye una sensación de liberación después de muchos días de fatiga. Desearles a todos ellos mucha suerte es lo único, desde el respeto, a lo que nos atrevemos.

Existe, sin embargo, otra posibilidad, y es que, el que se va, lo haga de manera voluntaria. Ah, mis queridos niños, aquí es donde entramos en terreno pantanoso. El que se marcha porque le da la gana suele caer, tropezar y tirarse de cabeza en el peligro del que os quiero alertar y que no es otro que la cursilería. La cursilería nos rodea, nos abraza, está entre nosotros y en nosotros y puede despertarse pegando «chillíos». El cursi puede ser vocacional (de toda la vida), sobrevenido (de pronto), o circunstancial ( se le pasa al rato), y luego está el que invita al tortazo, aunque desde aquí, criaturas, animamos a la paz y a la concordia entre las personas.

Vamos a poner dos ejemplos bien recientes de despedidas voluntarias que dan cosica. El primero es el de David De Gea, ex portero del Atlético de Madrid, que nos dejó una carta a los aficionados colchoneros con sus reflexiones rumbo a Manchester. Nada más leer «veo desde la ventana del avión» o «a miles de metros sobre el suelo», hay que pegarse un martillazo en un dedo. El segundo ejemplo es el del Premio Bocadito de Nata y no es otro que el discurso de dimisión de Francisco Camps, pedante reincidente. « He mantenido el título de Honorable en lo más alto. Ofrezco este sacrificio por España» . Válgame San Válgame. Qué reguero de miel, oyes.