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Crean un código de barras genético para identificar los hongos
Un grupo internacional de investigadores, con participación española, ha elaborado una nueva herramienta, un código de barras genético, para identificar las especies de hongos.
Los resultados de este estudio se publican en la revista PNAS, y en él han participado investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Los científicos han confirmado que determinadas secuencias del ADN ribosómico sirven para clarificar los límites y la identidad de la especies de hongos porque son regiones candidatas a convertirse en códigos de barras genéticos, según el CSIC, que ha recordado que estos códigos de barras son secuencias cortas de ADN de regiones del genoma.
"De momento, hemos seleccionado una región que permitiría la identificación del 85 por ciento de los hongos conocidos, pero en el futuro habrá muchas más que aportarán a grupos específicos su identidad", ha dicho una de las autoras del estudio, la investigadora del Real Jardín Botánico de Madrid (CSIC) María Paz Martín.
La nueva herramienta, denominada "DNA barcoding", se basa en confrontar el código de barras genético o barcode de un espécimen desconocido con una o más secuencias de especímenes bien identificados por otros medios.
"La eficacia del método depende de la disponibilidad de secuencias barcode en colecciones o bases de datos públicas con las que comparar los fragmentos genéticos", ha indicado la investigadora del CSIC.
Hasta ahora, la identificación de las especies se llevaba a cabo empleando caracteres morfológicos como el tamaño, la forma o el color.
La herramienta propuesta ahora pretende servir de complemento a ese sistema, además de permitir una identificación rápida.
Los científicos creen que el "DNA barcoding"facilita, además, el descubrimiento de nuevas especies y contribuye a la sostenibilidad de los recursos naturales, ya que facilita la protección de especies en peligro de extinción, sirve para identificar organismos invasores o detectar parásitos en cultivos agrícolas.
El estudio se enmarca dentro del Consortium for the Barcode of Life, integrado por 200 organizaciones de unos 50 países.
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