Aborto
A desaprender por Irene VIlla
Si ya existía una doctrina respecto al aborto, que fijó el Tribunal Constitucional en 1985, y que por cierto muchos derogarían, ¿qué necesidad había de ampliar los supuestos para interrumpir embarazos y hasta impedir a los padres «interferir»? Sólo se consiguió que las adolescentes dijeran tan panchas: «Si me quedo embarazada, ¡aborto! y ni mis padres se enterarán». Nos hicieron creer incluso, que con la píldora abortiva el asunto estaba resuelto. ¿Alguien puede ver en esta «hazaña» avance alguno? Es un retroceso que tiró por tierra el esfuerzo y el tiempo que costó concienciar a nuestra generación del riesgo de las enfermedades de transmisión sexual y, por supuesto, de los embarazos no deseados. Pero también se cargó de un plumazo cierta potestad, sana y necesaria, de los padres, además de la dignidad y los derechos humanos de quienes tenemos alguna discapacidad. Sólo hay que ver la práctica de un aborto a un feto de 14 semanas para comprobar la vileza de la ley impuesta. Además dejaban caer toda la responsabilidad sobre la mujer, ¿qué pasa con la parte que corresponde al hombre? Mientras miles de parejas en España no pueden tener hijos y sufren los interminables trámites y la desesperanzadora espera hasta poder abrazar a sus hijos adoptivos, vimos una auténtica promoción del aborto. Ahora parece que las aguas volverán a su cauce. Pero, ¿cómo desaprenden esas jóvenes lo adoctrinado?
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