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Luis Alberto de Cuenca: «Soy un Peter Pan que se olvidó de crecer»

Con firma propia. Profesión: poeta, filólogo, traductor y ensayista. Nació: en 1950, en Madrid. Por qué está aquí: por el libro «Alrededor de Luis Alberto de Cuenca» (Neverland), con textos de casi cien escritores.

Luis Alberto de Cuenca
Luis Alberto de Cuencalarazon

–«Alrededor de Luis Alberto de Cuenca». ¿Qué ve a su alrededor?
–Sombras por todas partes, y también perfiles concretos: los de las personas a las que quiero.

–Cuando le dedican a uno un libro así, generalmente está muerto. ¿No toca madera?
–Estamos muertos desde que nacemos. Pero me pellizcaré, por si acaso.

–¿No hubiera sido conveniente que alguno de sus amigos le tratara mal?
–No lo creo. Los homenajes como es debido son siempre una colección de ditirambos. Eso es lo que abochorna.

–¿No le parece que la adulación es un insulto envuelto en papel de seda?
–A lo peor. Sin embargo, le deja a uno encantado. El envoltorio es tan importante...

–Dijo Horacio: «Procura ser tal como los aduladores te describen».
–En ello estoy. No es fácil. Si logro llegar al 10 por ciento de lo que dicen, me daría por satisfecho.

–Un viejo periodista me comentaba: «No tolero que se hable mal de mis amigos, eso ya lo hago yo mejor que nadie». ¿No sería más divertido un libro en el que todos hablaran mal de usted?
–Sí, y además se vendería mucho mejor. Hay que intentar llevarlo a la práctica.

–Aseguraba Pío Baroja que sólo los tontos tienen muchos amigos...
–Si don Pío tiene razón, entonces soy el príncipe del país de los tontos, porque tengo muchos amigos.

–Fue director de la Biblioteca Nacional. ¿Se sintió Borges?
–Claro. Si no llego a sentirme Borges, no acepto el cargo.

–Fue secretario de Estado de Cultura. ¿Se sintió raro?
–Como un pato en un bebedero de cisnes. Lo digo al revés para que no me llamen elitista.

–Fanático de la novela de terror. ¿Qué le causa terror?
–El fanatismo, mire usted por dónde. El fanatismo.

–¿Qué cree que diría Freud de su fascinación por Tintín?
–Que soy un Peter Pan que se olvidó de crecer.

–¿Ya es, como dijo José Emilio Pacheco, todo lo que odiaba hace 30 años?
–Eso sí que no. Soy el mismo de hace 30 años, odio las mismas cosas que entonces.

–Sánchez Ferlosio: «Estamos dirigidos por ignorantes». ¿De acuerdo?
–Según para qué cosas son ignorantes, según para qué cosas.

–Quizá también ignoren para qué cosas son ignorantes.