Zaragoza
Agüero es el Atlético (0-1)
Decidió el partido en Zaragoza con un gran gol en la segunda parte
Quedaban cinco minutos para el final del partido cuando Agüero se marchó lesionado al banquillo. Tenía la rodilla hinchada después de un golpe de Ponzio. Un golpe innecesario para cualquiera menos para la memoria del argentino del Zaragoza. No se le había olvidado todavía lo que había sucedido unos minutos antes. Una jugada en la que el «Kun» le había robado la dignidad y a su equipo los tres puntos. Recibió la pelota en el borde del área, con Ponzio esperándole unos metros más adelante. Arrancó y en un momento el jugador del Zaragoza ya estaba viéndole la espalda. Disparó y Leo Franco, el mismo portero que le cuidaba cuando llegó al Atlético, no pudo hacer nada para evitar el gol. Era la jugada del partido, la que convenció al Atlético de que estaba en condiciones de dar la espalda a sus tradiciones más recientes.
El gol llegaba después de un barullo en el área del Atlético, una colección de rebotes que Perea acertó a despejar para montar el contraataque. Era una rebelión contra su leyenda. Cualquier otro día, la jugada del Zaragoza hubiera terminado en gol y Agüero no hubiera podido demostrar su capacidad. Así había sido en las jornadas anteriores que castigaron a los rojiblancos con cuatro derrotas consecutivas.
Pero ayer apareció el «Kun». Un jugador más grande que el club que le paga. Un club que desde hace tiempo insiste en hacerse también más pequeño que su historia a pesar de las dos Copas tan recientes.
Era el día de Agüero, el segundo cumpleaños de su hijo Benjamín, el nieto de «Dios». Y nada podía arrebatarle su alegría. Por mucho que lo intentara el Zaragoza. Oportunidades tuvo. Especialmente en el comienzo de la segunda parte, cuando Bertolo sustituyó a Sinama Pongolle y abrió un agujero por la banda derecha de la defensa rojiblanca. Superaba a Ujfalusi en cada jugada, pero a sus amenazas respondió Agüero con el gol.
El Zaragoza tardó en recuperarse del golpe, pero lo hizo a tiempo de intentar ganar el partido. Uche disparó al larguero y más tarde repitió Bertolo después de que Ujfalusi y Elías no se entendieran en el momento de despejar un balón.
Hubiera sido un castigo demasiado duro para el «Kun». Es el culpable de la victoria rojiblanca, aunque no estuvo solo. Reyes lo acompañó, como siempre. Y entre los dos se repartieron las patadas de los defensas zaragocistas. Como siempre también, el sevillano recibió más. Estaba Forlán, que dio señales de que empieza a comprender que el gol no es responsabilidad exclusivamente suya. Dio a Agüero el pase del gol y lo buscó más veces. Muchas más. Y estaba Koke, uno de esos eslabones que unen al Atlético con su tradición, con los chicos criados en su cantera que lo llevaron a ser grande toda la vida. Uno más que añadir a De Gea y Domínguez, aunque ayer jugara en la banda izquierda, fuera de su sitio.
El Atlético puede haber iniciado su recuperación. O no, nunca se sabe con él. Pero si Agüero es capaz de mantener su nivel de ayer los peores tiempos han pasado.
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