Murcia

Violencia política

La Razón
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Lo más importante ahora es que el delegado del Gobierno haga con rapidez lo que hasta el momento ha sido incapaz de hacer. El hombre de confianza de Rubalcaba en Murcia menospreció en su día las amenazas contra los miembros del Gobierno regional y no dio la protección que correspondía al consejero de Cultura para evitar que fuese salvajemente agredido al grito de «sobrinísimo hijo de puta». El delegado del Gobierno socialista de Zapatero no tomó medida preventiva alguna pese a que al consejero agredido, igual que a otros miembros del Gobierno murciano, incluido el presidente Valcárcel y su hija, le habían insultado, perseguido, lanzado huevos y tomates podridos en diferentes ocasiones a lo largo del último mes. El ambiente de tensión y violencia política de la región es paralelo a la adopción de medidas de recorte del gasto público en la comunidad, que ha afectado a funcionarios, empresas públicas y liberados sindicales en particular. Como es lógico, todo el mundo tiene derecho a protestar y a manifestarse, siempre que se haga dentro de los cauces que permite la ley. Lo que es inadmisible es esta agresión salvaje a golpe de puño americano. La Justicia deberá dilucidar si se trata de lo que a todas luces parece: un acto de violencia política. De lo que no cabe duda es que alguien pudo hacer algo más por evitar la agresión y, sin embargo, no lo hizo.