Berlín
Celso Albelo: «En la ducha canto sobre todo coplas y boleros»
Después de cantar «Lucia» en Mannheim tendrá que emplearse cual atleta olímpico para correr de Menorca a La Coruña, Viena, Venecia, Tenerife, París y Berlín. A la playa se lleva su iPhone con Fito, Adele, Mercedes Sosa y Javier Solís. Todo menos ópera.
A punto de hacer «check-in» en el aeropuerto camino a Mannheim, Celso Albelo, tan tímido, tan divertido, nos pide cinco minutos. Se los damos. Sabe, aunque a humildad no le gana nadie, que es uno de los protagonistas del día y que ayer hizo historia: ha obtenido el International Opera Awards-Oscar Della Lirica en su primera edición y en la categoría de mejor tenor. Lo recogerá el 2 de agosto en Italia. Nació hace treinta y cinco años en La Laguna (Tenerife) y va como una bala, de aeropuerto en aeropuerto.
–¿Como sienta dejar K.O. a Juan Diego Flórez y Gregory Kundry, a quienes ha arrebatado el Oscar en la categoría de tenor?
–Ellos son grandísimos y estoy supercontento. ¿A quién le amarga un dulce?
–Pero medirse con Flórez y dejarle con la miel en los labios...
–Él es inalcanzable en su repertorio, pero en Donizetti y Bellini las cosas se están poniendo en su sitio. Además, éste es mi momento, y él tendrá que esperar.
–Se le nota pletórico. El nivel en el resto de categorías era de primera.
–Apabullante. Cuando me llamaron para comunicármelo no sabía qué decir. El día 2 no podré estar en un homenaje que se ofrece a Mario del Monaco en Maceratta. Espero que Giancarlo lo entienda.
–Usted comenzó en la tuna. ¿Cómo se llega de ahí a la lírica?
–Por casualidad. El canto me era lejano, aunque no desconocido. Me divertía cantar y cuando quienes sabían escucharon mi voz se dieron cuenta de lo que tenía en la garganta. Me animaron y yo me dije: «Lo voy a intentar». Hasta ahora.
–Entonces de cantar ópera nada...
–Boleros y folclore canario, poco más.
–Y su familia estará que no cabe en sí de gozo, Celso.
–Provengo de una familia humilde que es mi tesoro. No hay mayor recompensa que ver la cara de orgullo de mis padres cuando me escuchan desde el patio de butacas. Siempre han estado ahí. Cuando se dieron cuenta de que el niño quería ser artista me apoyaron.
–¿Había imaginado que con 35 años tocaría el cielo con las yemas de los dedos?
–Ni yo ni ellos. Siempre me ha apasionado la música, pero llegar a esto es muy fuerte.
–¿Es usted de los tenores que también han tenido que bajarse el sueldo?
–Yo no me puedo permitir decir nada porque soy un privilegiado y ofendería a quienes se levantan cada mañana a las seis para trabajar en algo que no han elegido y a quienes cuesta sudores llegar a fin de mes. Casi no tengo ni el derecho a la pataleta, pero padecer lo estamos padeciendo todos.
–Ha puesto de moda el «bisar»: en Bilbao y La Fenice, en Venecia, tuvo que repetir.
–¿Te soy sincero? No me gusta demasiado porque es una importante responsabilidad que se multiplica por dos, aunque son momentos especiales.
–Dice que es su momento...
–Y lo es, aunque Albelo tiene que madurar en algunas cosas. Me siento fuerte, reconocido y apoyado, pero el mejor tenor está aún por llegar. Todavía me queda una vuelta de tuerca.
–¿Le impresionan los grandes?
–Todos tienen algo, empezando por el «hipermega» Domingo, que son palabras mayores, y siguiendo por Alfredo Kraus, que debería ser un ejemplo para todos, Cecilia Bartoli, Rancatore..., y directores como Metta, Papano, Orén.
–¿Por qué da Canarias voces únicas? Forma un triángulo equilátero con Jorge de León y Nancy Fabiola Herrera.
–Ella es para abrazarla, posee una dulzura espectacular. Y a Jorge le quiero como a un hermano.Todo lo que ha conseguido se lo merece. Dentro de su categoría, y aunque peque de parcial, creo que no hay una voz como la suya.
–Nos encantaría verle en breve por el Teatro Real. ¿Mortier le ha dicho que cuenta con usted?
–Sí. Será para el año que viene con «L'elissir d'amore». Mi repertorio es el que es, y el señor Mortier tiene sus gustos, pero me verán en Madrid.
–Empezó en serio a los treinta años, ha cumplido cinco más y un futuro pluscuamperfecto que tiene que saber administrar bien.
–Lo sé. He dicho ya a muchas cosas que no. No puedes caer en ciertas tentaciones.
–Le gustaría cantar...
–Algo del repertorio francés como «Werther» o «Manon». Dentro de poco cantaré en París «La Favorita"». Por algo se empieza
–¿Tendrá vacaciones?
–Sí, exactamente 23 días. Me iré a Tenerife con mi padre, mi madre, mi hermano y mi sobrino, que va a ser durante esos días el niño más mimado del lugar gracias a su tío.
–¿Le piden que se arranque en las reuniones?
–Quienes me conocen no me lo sugieren porque saben que tarde o temprano cojo la guitarra y algo se me escapa, aunque suelo ser bastante tímido y reservado.
–¿Y si le llamara un director, se me ocurre, como Woody Allen, para que encabezara el reparto de su película?
–¿Quién soy yo para decirle que no? Me resultaría divertidísimo.
–¿Tiene que preparar un pequeño discurso cuando recoja el Oscar el 2 de agosto como si fuera Brad Pitt o DiCaprio?
–No lo sé. Me tendré que enterar, pero me encantaría poder cantar algo. No me callo ni debajo de la ducha.
–¿Y qué interpreta cuando cae el agua?
–Muchas cosas, sobre todo, coplas y boleros.
–¿Cuál es su favorito?
–«Solamente una vez» (y lo canta).
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