Alfredo Pérez Rubalcaba
El nuevo seductor
Vuelta a las más puras esencias socialistas. Justicia, igualdad, tolerancia y predominio de la política frente a todo. La democracia en estado puro. En un acto sin precedentes, alejados el puño, la rosa y la marca del partido, Alfredo Pérez Rubalcaba afrontó su primer gran reto: ilusionar a los suyos. Por vez primera desde hace tiempo, en el Palacio de Congresos se vieron sonrisas, un ánimo de moral. El candidato conjugó sentimiento y humildad, orgullo y confianza.
Con un discurso plenamente ideologizado, cumplió lo previsto. Tiene ante sí una dura tarea: devolver las ganas a los suyos, movilizar el electorado perdido, recoger a los descontentos. En lenguaje felino, el candidato se asemeja a un hurón, mitad tierno, mitad tozudo. Con un tono de modestia, se deja querer. Con otro de firmeza, apela a un futuro de confianza. En su Colegio madrileño del Pilar, le enseñaron a no decaer en la adversidad. Y si hay un político superviviente, ahí está Alfredo. Como si las aguas del balneario de Solares, donde nació, le conservaran a prueba de todo. Guiños a la izquierda. En economía, sanidad, defensa de las familias, en plural, y ataques contra quienes «burbujean» bajo el urbanismo. Palabras emotivas, tuteando siempre al auditorio. Y hasta un beso con Pilar, su siempre discreta esposa. Es ya el nuevo seductor, y dice que nada está escrito. En su camino hacia el poder, el tiempo dirá si lo culmina con gloria.
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