Teatro

Literatura

Juglar e ingenioso hidalgo

«EL RETABLO DE LAS MARAVILLAS»Albert BoadellaCátedra330 páginas. 10,40 euros. 

«Leer a Boadella ayuda a disfrutar de sus píldoras de ironía y su bisturí, algo grueso pero efectivo, sobre el estado de la nación»
«Leer a Boadella ayuda a disfrutar de sus píldoras de ironía y su bisturí, algo grueso pero efectivo, sobre el estado de la nación»larazon

Ocurre con Albert Boadella que el personaje y el director, cada uno en diferente proporción y forma, ocultan al autor. Leer al alma de Joglars descubre sistemáticamente a un fiel adaptador de sí mismo: apenas mueve una coma en la puesta en escena de sus textos, lo cual habla mucho y bien de su capacidad sobre el papel para la carpintería teatral y de su olfato para el humor. Boadella es un dramaturgo sobresaliente y cuidadoso que, a la manera de Mihura, no deja acotación al albedrío del director.

Su obra más reciente
Tras el volumen con la «Trilogía» sobre el «Ubú» Pujol, Dalí y Plà, Cátedra añade a su colección Letras Hispánicas cuatro de sus obras en dos tomos: el primero con «El retablo de las maravillas» y «En un lugar de Manhattan»; el segundo con «La cena» y «Controversia del toro y el torero». Entre ambos cubren la ultimísima obra del catalán «exiliado» en Madrid (falta tan sólo la reciente «2036 Omena-G»). Sin duda, leer a Boadella también ayuda a disfrutar de sus píldoras de ironía y su bisturí, algo grueso pero efectivo, sobre el Estado de la nación: en el primer tomo el juglar, con su prosa afilada, arremete contra la hipocresía de una sociedad que admira a ciegas la nueva cocina y el arte contemporáneo. El autor, quijote como pocos, homenajea a Cervantes con sendos textos que son revisiones ingeniosas de un famoso entremés del autor complutense y de su obra más inmortal.

Las ediciones de Cátedra, someras en lo estético pero cuidadas en el contenido, con interesantes prólogos, ayudan a profundizar en el universo de Joglars más que a comprenderlo, pues no es Boadella precisamente un autor críptico: se le entiende todo y sus dardos llevan nombres y apellido. En el segundo tomo dedica a los antitaurinos su diatriba, más sutil y disquisitiva que otras obras al tratar de acercarse a la «controversia» de su título (inevitablemente, el autor tiene querencia al tendido), y su feroz y disparatada sátira caníbal contra el ecologismo de manual.