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Zapatero pasa las vacaciones junto a Trini por Jesús MARIÑAS

Ya no hay misterios, recelos o incógnistas acerca de si Urdangarín estuvo aquí o no.

Zapatero pasa las vacaciones junto a Trini por Jesús MARIÑAS
Zapatero pasa las vacaciones junto a Trini por Jesús MARIÑASlarazon

Aunque nadie lo ha visto –de ahí que Zarzuela haya hablado de «viaje fantasmal», en boca de su jefe de comunicación–, se sabe que viajó desde Londres, según el testimonio que me dan parte de sus seguidores o perseguidores periodísticos que le perdieron la pista en el aeropuerto londinense cuando el todavía Duque de Palma esperaba el vuelo 264 de British que salía a las 21:00 h. del pasado día 2. Ahí acabó el seguimiento iniciado en Washington. Tan sólo hubo unas sorprendentes escalas acaso buscadas para despistar y así evitar el acoso de las cuatro agencias que acosan su residencia en la capital norteamericana donde la Infanta Cristina parece haberse esfumado. Ni rastro, y eso que actúan como perros de presa en pos de la ansiada pieza, sus guardespaldas no logran ahuyentarlos. Jonathan Salvador Micky y Juan Sánchez no entienden mucho del rifirrafe montado entre sus agencias por supuesta deslealtad de la que capitanea Álvaro García Pelayo. Carlos Montenegro, como representante de Seven, cuenta y no termina mientras Salvador Lomeña, supongo, cursaba un burofax a los medios prohibiendo la difusión de unas fotos –veintiuna en total–.
Todavía no sé lo que varias agencias competidoras han hecho en Tánger al ex presidente Zapatero. Pasé fiestas morunas con Sonsoles, las ya no tan niñas góticas y la pareja de reconocida lealtad formada por Trini Jiménez y su novio. Los acogió el carísimo Hotel Mirage próximo a Asilah, a unos quince kilómetros de la legendaria ciudad que en tiempos fue protectorado español. Así pervive la Iglesia Católica y muchas calles recordando aquel tiempo en que era un orbe misterioso, un mercado internacional y guarida de espías y traficantes. Hoy ofrece un aspecto decadente y romántico, aunque el actual Rey la visita con frecuencia y pasa los veranos en el palacete costero inmediato al hotel preferido de Felipe González, que allí tiene un buen refugio donde crea las enormes joyas hechas generalmente con el ámbar que tanto abunda en el país vecino. Elena Benarroch las vende en exclusiva a precios tan desorbitados como los visones rasados a las cibelinas rubias con simples –pero ampulosas, eso sí– chaquetones de 60.000 euros. No son para tiempos de crisis y más bien producen escalofríos.
Zapatero, «family» y cortejo disfrutaron de las instalaciones hoteleras tan propicias a una Carmina –Carmen para los amigos que tanto la añoramos– a punto de revisión en unos capítulos televisivos de los que temo lo peor. Unos 1.800 euros costaba la Suite Real –allí no tienen presidencial porque son Monarquía–, pero acaso hubo rebaja. Apuraron hasta el último minuto.