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La foto del Sargento Pepper por Soldado Ryan
¿Por qué hacen como si no supieran nada? ¿Por qué se ponen a silbar? ¿Disimulan o es indiferencia? Es extraño. En mi país, la gente prefiere no meterse en líos, pero, llegado el caso, se niegan a ser cómplices del silencio. Allí somos conscientes de que callar, a veces, es la manera más indeseable de mentir a los demás y de mentirnos a nosotros mismos. En los Yunaites sabemos que hablar no sólo es un derecho. Es nuestra obligación de ciudadanos.
Si queremos un país libre, la gente debe hablar, hacer preguntas. A los funcionarios, a los agentes del orden, a los senadores y, si es preciso, al mismísimo presidente. No hay otro modo de transformar una trama clientelar en una polis de ciudadanos.
Pero, ¿por qué callan? Un ejemplo. El otro día Griñán reunió para la foto en torno a su triste figura de caballero de la mano en el pecho a una peña de personajes del mundo de la Cultura. Posaron. Aplaudieron. Luego, el silencio. Nadie puso altavoz a una pregunta: ¿Cuántos de los que rodeaban a Griñán no recibieron nunca de la Junta una ayuda, una subvención, un cargo, una prebenda, una nómina, una medalla, una dieta, la dirección de un curso, una cátedra, un observatorio, una beca, un estipendio, un premio, un privilegio…? A ver, a mano alzada. ¿Acaso la Rubiales, Pilar del Río, Pablo Juliá, García Montero, Távora, Marset, Pérez Royo, la Valpuesta, Fernando Santiago, Téllez, Escuredo…? Sigan, que a mí me da la risa.
En Griñán, los artistas querían reconocer ese espíritu de dadivoso Médici que cualquier presidente de la Junta aglutina sólo por serlo. «Agradaores» a quienes el Poder les ha patrocinado durante treinta años la mitad más significativa de sus existencias. Era eso. Sólo eso. Nada más que eso. Y en sus fantasías de beneficiarios era como si los Beatles hubieran reeditado la portada del disco del Sargento Pepper. Sus rostros, esta vez, en sustitución de las figuras del Museo de cera de Madame Tussauds. Ellos en lugar de los retratos de Mae West, Fred Astaire, Tarzán, Joe Louis, Karl Marx, Alister Crowley o Edgar Allan Poe… Un disco. Un circo. Una época. Un suspiro. Que ya se fue. Pero, recuerden, el rumor era que McCartney (Griñán)…, estaba muerto.
Otro ejemplo. Otro silencio. A una semana de las elecciones, una Asociación de la Prensa organizó un acto de protesta contra la precariedad laboral. Como todo periodista sabe, nada que ver con la reforma laboral del Gobierno. Pero, para algunos, en tiempos de mudanza mejor el confusionismo que el confucianismo (de Confucio). Nadie dice que el agitador comparte vida y milagros con quien moderó el debate al que no asistió Javier Arenas. Luego se cabrean cuando el sabio anota la evidencia: Canal Sur no es neutral.
Mis jefes en Atlanta, quijotescos ellos, reflexionan: «Silencio, ergo cabalgamos».
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