Cataluña

Ya van dos

La Razón
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Estaba ZP en su despacho de La Moncloa con una caña en las manos y haciendo que pescaba en un barreño, lleno de agua pero sin peces, cuando uno de sus ayudantes le anunció la llegada de su invitado, el presidente del PNV Iñigo Urkullu. El presidente apenas le prestó atención y siguió concentrado en el barreño y el anzuelo sin cebo. Pasados unos minutos Urkullu, entre perplejo y divertido, le preguntó con cierta coña: Qué Presidente, ¿pican? Sí, le contestó en tono admirativo, contigo ya van dos. El chiste es muy viejo, lo sé, pero más viejos son los engaños de Zapatero y todavía hay mucha gente en España que se cree sus promesas e incluso sus brabuconadas. El líder del PNV lleva el mismo camino que Artur Mas, que se tragó el anzuelo y la caña hasta el carrete cuando Zapatero le hizo creer que pactaba con él el nuevo estatuto para Cataluña. Le engañó, como va a engañar a los nacionalistas vascos que después de otorgarle la prórroga agónica de dieciocho meses se pueden ir olvidando de la mayoría de las cosas que creen haber conseguido. Ahora todo es euforia y desprecio hacia el gobierno de Patxi López al que su jefe no ha tenido empacho alguno en dejarle con el culo al aire como ya hiciera con Montilla. Las consecuencias del engaño a Mas se van a ver en las urnas muy pronto, porque a pesar de las promesas incumplibles del todavía President de la Generalitat, el tripartito está herido de muerte por su desastrosa gestión y por la «traición» del PSC a su electorado natural que ha visto cómo el independentismo radical y estrafalario ha marcado la política de estos últimos siete años en Cataluña empobreciéndola económica y socialmente hasta la depauperación. En el caso vasco hay una variante distinta, pero muy inquietante, como informaba LA RAZÓN en su edición del pasado domingo. ZP no ha dejado de maniobrar para conseguir el final nominal de ETA que ahora, al menos eso cree él, puede ser su tabla de salvación en las próximas generales. Pero para conseguirlo tiene que dejar que los cómplices de los terroristas vuelvan a presentarse en las municipales de mayo, y ese sapo es demasiado indigesto para una parte muy importante de los ciudadanos españoles que no cesan de mostrar en todas las encuestas, desde hace muchos meses, su hartazgo de este Gobierno de anuncios luminosos, fuegos artificiales, y leyes frentistas y revanchistas que se muestra incapaz de enderezar la crisis económica que en España es más grave y profunda que en la inmensa mayoría de los países con los que deberíamos poder compararnos. Esta «fiesta», en la que han corrido las copas sin pensar en la factura, la vamos a estar pagando hasta Dios sabe cuándo. Por eso tiene mucha gracia cuando Carme Chacón se escandaliza tanto por los abucheos de la Fiesta Nacional queriendo hacernos creer que la falta de respeto lo es a la bandera, a los caídos o al himno, cuando esa tres cosas no han sido, precisamente, lo que Chacón y los suyos han defendido durante años. Pero en España la memoria no es tan flaca como creen la señora ministra y sus corifeos, y no hay más que darse una vuelta por los archivos audiovisuales para soltar una amarga carcajada.