China
La última tendencia la «guerrilla knitting»: el ganchillo se apodera de las ciudades
Frente a la producción en serie, humanizar las ciudades. Es una de las propuestas de los «guerrilleros del ganchillo», que redecoran postes, señales, farolas, estatuas… con coloristas «trajes» a medida confeccionados con lana.
Hacer ganchillo es una práctica casi desconocida para las nuevas generaciones y que ha quedado asociada a esos jerseys y bufandas que aún cosen nuestras abuelas. Ahora todo se importa de China, se usa y se tira. La tendencia actual de reconvertir a la modernidad todo lo que tenga olor a «retro» está prácticamente en todos los ámbitos del diseño, el marketing, la ropa…
La última moda es la «guerrilla knitting» (guerrilla del ganchillo) a través de la cual se engalanan árboles, esculturas, bancos y cualquier mobiliario urbano, cubriéndolos con tejidos muy coloridos. La perspectiva más original de esta nueva tendencia es que se trata de una manifestación espontánea.
Los «guerrilleros» eligen las partes menos animadas de la ciudad y las visten con «trajes» de lana multicolores que aguantarán incluso años ante los viandantes que nunca antes se habían fijado en aquella farola o aquella estatua gris que ahora luce un pañuelo fucsia o unos llamativos guantes.
Grafitis con hilos
Los grafitis eran hasta el momento las únicas manifestaciones de arte callejero que acostumbrábamos a ver en las ciudades. La «guerrilla knitting» conforma ahora la nueva mirada (menos agresiva que las pinturas) al mobiliario urbano. Santo y seña de esta moda es el proyecto «Knitta Please», que ya ha dejado sus modelos de lana en la Muralla China, góndolas venecianas, esculturas parisinas o el Puente de Brooklyn.
La estadounidense Magda Sayeg, líder del proyecto, es actualmente uno de los referentes en este arte urbano. No le busca ningún sentido especial a sus composiciones: «Se trata de hacer sonreír a la gente y sacar el arte de las galerías para que todos puedan apreciarlo. Me encanta cuando un cartero, que ha pasado por la misma señal de stop cada día, de repente la vea revestida de punto y envíe un email diciendo lo maravilloso que es», declaró en «The Guardian».
Cuando los «guerrilleros» salen a las calles en busca del lugar idóneo en el que plasmar su arte, se identifica el objeto a recubrir con lana. Se toman las medidas apropiadas y, ya en casa, se lleva a cabo la confección de la prenda. En otras ocasiones, se lleva la tela y se reviste el objetivo haciendo punto ‘in situ'.
Algunas de estas piezas, que pueden durar años a la intemperie, son retiradas de su lugar por personas que lo consideran una ofensa. Otras han llegado a aparecer en subastas en Internet.
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