Nueva York
Sevilla perderá su Salón del Toro por Jesús Mariñas
Otro atentado a la Fiesta Nacional, y ya van dos. De esta última dan cuenta, sin creérselo, Felipe Maestro, director de la Feria bética, y José Martínez, su director comercial en el tradicional Salón del Toro, que siempre se celebraba en febrero como pórtico de la temporada taurina y que ahora cesa tras once años ininterrumpidos. Motivos: la falta de patrocinio y subvenciones.
Tal y como está el ambiente antitaurino, nadie quiere mojarse. Ni siquiera Osborne, que tanto presume con su emblemático toro. Dan todo tipo de evasivas, incluso las grandes marcas comerciales. «No es el momento», argumentan, y el Salón pasará a la historia. También como exaltación de la moda flamenca, evento al que fui cuando se hacía en el alejado Hotel Alcora. Pilar Vera recordaba ante los representativos Tony Benítez y Justo Salao que fuimos jurados de lo que hoy es magna industria y manifestación de tipismo: bien con la ya legendaria Lina reapareciendo tras un año alejada o con Vicky Martín Berrocal que, además, es aglutinadora de famoseo: desde una Marta Sánchez en las antípodas de esta moda –a fin de cuentas es coruñesa–, pasando por el asombroso Boris, Ana García Siñeriz, la doblemente hermosa Virginia Troconis, la luminosa Sol Bohórquez, la rutilante y aparatosa Pastora Soler o Helen Lindes, que varió su intención de instalarse en Nueva York parece que reclamada en París por una oferta de L´Oréal. Luego mostró dificultades haciendo varias pasarelas rebosantes de cintas, lunares y faralaes. «El de flamenca es un traje con el que cuesta moverse si no tienes costumbre desde pequeña», justifica Raquel Revuelta. Exige otro estilo, como del que hizo exhibición racial la impactante Charo Reina. Una opulencia cárnica e incontenible recreando el estilo inimitable, pero tan copiado, de la mítica Juanita Reina. Con todo, también tuve ocasión de comprobar lo descuidadas y destrozadas que están las aceras sevillanas. No se entiende en una ciudad tan turística y presumida, que siempre alardea de que nada sucede si no ocurre en La Campana. Claro que Madrid tampoco se queda corta y todo se le va en aparatosidad, como el nuevo ayuntamiento, donde Ruiz-Gallardón se siente faraón, aunque yo me guardaría tras lo que pasa en El Cairo.
El caso es que me quedé indignado por este nuevo agravio a la Fiesta Nacional. Resulta incomprensible en la capital andaluza, que tiene una feria que compite con el San Isidro madrileño. Es más inquietante que el rebote barcelonés.
✕
Accede a tu cuenta para comentar