ERE
Sablazos
Este Gobierno es lo más parecido al señorito tarambana que después de pulirse la herencia se dedica a dar sablazos para mantener su tren de vida. Porque en sus primeros cuatro años de legislatura todo era presumir de lo que no había hecho, ya que la caja se la encontró a rebosar gracias a la gestión de Aznar, a la que el líder sobrevenido del PSOE andaluz calificaba como los años de plomo. No, señor Griñán, ustedes han convertido el oro en plomo por ser incapaces de tomar medidas ante una crisis que todo el mundo vio menos ustedes, con Zapatero a la cabeza negando la realidad. Griñán tiene el raro honor de ser el segundo en el ránking de ministros de trabajo con más parados a sus espaldas. El primero, ya lo saben ustedes, es el señor Corbacho. De sablazo en sablazo se ha llegado hasta la Guardia Civil de Tráfico a la que se le mide la productividad en función de las multas que pongan. Sanciones al transporte suman más que la ayuda y el auxilio en carretera. A alguien se le debería caer la cara de vergüenza, pero para que eso ocurra es imprescindible que se tenga esa vergüenza, y todos los días estamos asistiendo a episodios que demuestran que de eso no andan sobrados nuestros queridos administradores públicos. Ya es bastante indignante que las policías autonómicas estén mejor pagadas que la Policía Nacional y no digamos la Guardia Civil, pero ya se sabe que aquí lo importante es mantener a los nacionalistas y asimilados contentos para que puedan echar una mano cuando los gobiernos se quedan más solos que la una. La Guardia Civil que los socialistas descubrieron en el año 82 nada más llegar por primera vez al poder, cuando unos meses antes querían disolver el Instituto Armado, no se merece andar en los papeles por algo tan poco presentable como que su sueldo dependa de las multas que sean capaces de imponer. Ya ha sido clamoroso que se hablara de huelga de bolígrafos caídos por el descenso de la recaudación por sanciones. Pero lo primero ahora es sacar dinero de debajo de las piedras después de haberlo gastado a manos llenas en no pocas estupideces, unas de manera directa y otras consentidas como los dispendios de Carod Rovira y sus compañeros de partido que han mantenido el tripartido catalán contra viento y marea. La bajada de sueldos a los funcionarios, la congelación de las pensiones y los nuevos impuestos que sin duda recogerá el proyecto de presupuestos para el próximo año tienen más de sablazo que de política responsable. Me explico. Que son necesarios recortes, sin duda. Que deben pagar quienes más tienen, también, pero la forma precipitada en que se están haciendo las cosas lo que demuestra es que ZP es el médico a palos que había sido incapaz de prever la crisis. Prever, según la definición del María Moliner, no es otra cosa que «percatarse por anticipado de alguna cosa que va a ocurrir». Y eso es exactamente lo que no hizo este Gobierno mucho más preocupado por mantenerse en el poder, que por el poder adquisitivo de los ciudadanos. Así que ahora sólo queda el camino de ponernos boca abajo y sacudirnos hasta que caiga de nuestros bolsillos el último euro. Y también para eso se quiere a la Guardia Civil de Tráfico.
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