Estreno

ANÁLISIS Culpables ma non troppo

La Razón
La RazónLa Razón

¿Marca la comparecencia un antes y un después?
–En absoluto. La noticia es que no hay noticia. Lejos de acelerarse su resolución o de entrar en una situación de efervescencia o incandescencia, el caso pasa a una fase de punto muerto, más allá del morbo, los flashes y la espuma informativa del momento. El escándalo ni adelgaza ni engorda. Serán las proactivas investigaciones que están en marcha, de forma complementaria y en diferentes planos, las que delimiten hasta qué punto llega la envergadura de los delitos que presumiblemente se han perpetrado y hasta qué extremos se puede escalar en los niveles de responsabilidad por la comisión, colaboración o complicidad en los mismos.

¿Salen los Murdoch, padre e hijo, reforzados o debilitados en lo personal y lo empresarial por el escándalo de las escuchas ilegales?
–Más bien reforzados en lo personal y más bien debilitados en lo empresarial. De un lado, el reconocimiento de humildad, de fracaso, de tristeza, de fiasco, de engaño, de consternación y, sobre todo, de vergüenza humanizan a un magnate al que sacan de una urna revelando su fragilidad y sus limitaciones. De otro lado, queda erosionada la imagen de un imperio incapaz de establecer desde su cúspide unos mecanismos de control que garanticen la transparencia en los métodos y la ética en los comportamientos de sus profesionales.

¿Recae sobre padre e hijo la culpabilidad del caso?

–Sí y no. Estamos ante un dosier vidrioso de «responsabilidad in vigilando». En efecto, recaía sobre los hacedores del imperio el deber de escrutar los actos que llevaban a cabo aquellos subordinados sobre los que tenían una especial obligación de control, por sus competencias y sus cometidos. Operan como agravante las dimensiones materiales y humanas del daño generado por no haberse instruido una fiscalización diligente de quienes han cometido horribles fechorías, aún por determinar en sus más escabrosos detalles.