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Chirac condenado por corrupción
El pasado ha acabado atrapando a Jacques Chirac, el primer ex presidente de la República francesa sobre el que cae el peso de la Ley. Las presuntas corruptelas y las sospechas de turbios tejemanejes le esperaban a su salida del Elíseo en 2007, tras 12 años de inmunidad. Ahora, la Justicia francesa ha hecho el resto. Ha convertido al ex jefe del Estado en un «justiciable» como los demás, condenándole, tras un largo procedimiento, a dos años de cárcel exentos de cumplimiento.
PARÍS- No irá a prisión, pero su culpabilidad ha quedado demostrada como responsable de un sistema que en los 90, durante su mandato como alcalde de París, pergeñó para poner las arcas municipales al servicio de la formación que entonces presidía, la conservadora Reagrupación por la República (RPR). Una suerte de financiación ilícita del partido que le aupó para ganar las elecciones en 1995. El entramado en cuestión comprendía la creación de una treintena de empleos ficticios remunerados con los fondos públicos del Ayuntamiento de París. En realidad, se trataba de colaboradores de Chirac que trabajaban para la RPR o en la preparación de su campaña, pero que nunca ficharon ni tuvieron despacho en la Alcaldía, que se retiró del proceso tras acordar con el imputado el reembolso de dos millones.
Reconocido culpable de «malversación de fondos públicos», «abuso de confianza» y «apropiación indebida», Chirac ha escapado, sin embargo, a una pena máxima de diez años de cárcel y 150.000 euros de multa. Pese a todo, los magistrados han sido mucho menos indulgentes que la Fiscalía, que había pedido en septiembre su absolución y la de los otros nueve imputados. Ayer, el político conservador de 79 años recibió la noticia de su condena «con serenidad».
Chirac, que sufre de «anosognosia», un trastorno neurológico que ha disminuido sus facultades, hizo saber a través de un comunicado que no piensa recurrir la sentencia, pero sobre el fondo contesta categóricamente el fallo: «Lamenta no encontrarse con fuerzas para librar, ante nuevos jueces, la batalla de la verdad». Aunque penalmente simbólica, pues no se ejecutará, su condena es mucho más severa en el plano político, ya que viene a ensombrecer la imagen y el balance de Chirac, y de una trayectoria de más de cuatro décadas.
La inmunidad, en entredicho
La condena a Jacques Chirac ha evidenciado que la Justicia francesa actúa para todos, aunque no se rige por los mismos tiempos. «Un juicio tardío», lamentaba ayer buena parte de la clase política gala, pues acontece 20 años después de los hechos y tras un paréntesis de 12 años en el que, protegido por la inmunidad presidencial que le confiere el cargo, Chirac era un intocable. En 2007 ese blindaje quedada inscrito en la Constitución tras una reforma emprendida por el presidente Nicolas Sarkozy. Sin embargo, numerosos son los políticos de la oposición, pero también en las filas conservadoras, que reclaman una revisión de esa inmunidad total que impide al jefe del Estado no sólo ser imputado, sino ser interrogado como simple testigo durante su mandato.
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