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No al silencio cómplice

La Razón
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Cuando un escándalo político se enreda judicialmente surgen los gritones de las emisoras y los platós televisivos, los doctorados en el tema, los que se saben todos los detalles y ahora nos ponen la cabeza como un bombo clavándonos en los tímpanos los nombres de José Cabanillas y Telesforo Rubio, los policías que tardaron tres largos días en informar a la Justicia del chivatazo del «Faisán».

De acuerdo, eso es el ruido de las tragaperras mediáticas, pero es también parte del juego democrático y siempre es mejor que el silencio cómplice. Detrás de ese ruido hay una ciudadanía que tiene derecho a la mayoría de edad política y a que no le oculten todos los marrones del poder.

No. Esta vez llueve sobre mojado. Esta vez no vale una palabrita mágica como «conspiranoia» para que nos dejen a dos velas los que durante la trágica tarde del 11-M querían saberlo todo y, repentinamente, perdieron el interés por saber nada la noche electoral del 14-M.

No vale negar el chivatazo primero y asumirlo después como un «incidente» del que no merecía la pena informar al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. No vale echarle la culpa a un PP que está actuando en la cuestión antiterrorista con una ejemplar prudencia.

De acuerdo, sin gritos ni «conspiranoias», sin mezclar la pasada Legislatura con ésta ni churras con merinas; después de cuatro años, queremos y merecemos saber.