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El silencio de Rajoy por Iñaki Ezkerra
La semana ha estado marcada por las especulaciones sobre los nombres que compondrán el Gobierno de Rajoy y por el hermetismo de éste en esa cuestión. A mí la tenaz insistencia de algunos colegas en tratar de sonsacarle los nombres de los ministros de Economía, Interior o Defensa me remite al Libro de los Jueces y a las elocuentes palabras con las que se describe en él la insistencia de Dalila por conocer el secreto de la fuerza de Sansón: «Y le importunaba incesantemente, siempre insistiendo en su demanda, hasta llegar a producirle un tedio de muerte». Como me remite la prudencia de Rajoy al consejo shakespeareano de que «es mejor ser rey de tus silencios que esclavo de tus palabras». El de Rajoy no es el silencio de quien se hace el misterioso y pretende inquietar sino lo contrario. Es el silencio tranquilizador de quien se piensa dos veces lo que dice porque tiene palabra y sufriría por tener que desdecirse. El silencio de Rajoy es la antitesis de la incontinencia verbal que hemos conocido en las dos últimas legislaturas; de quien se ha desdicho de todo lo que dijo y se ha quedado tan ancho; de quien no tiene miedo a que sus palabras le esclavicen porque las usa como instrumentos de propaganda. Quizá un buen periodista es el que inspira en su interrogado un tedio mortecino, daliliano, bíblico. Pero yo me quedo con el silencio de Rajoy. Uno es que ya está escarmentado de las primicias, los globos sondas, los rumores calculados, los desmentidos, los juegos florales y los fuegos artificiales de los últimos ocho añitos.
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