España
«La familia y los amigos son lo más importante»
Los colaboradores más cercanos a Aguirre retratan su cara más familiar: «Podía estar abroncando a un alto cargo y contestar a sus llamadas. Entonces todo era paz»
Primera mujer que preside el Senado, primera presidenta de comunidad, «lideresa» del PP. Esperanza Aguirre siempre ha ido un paso por delante. Hasta para irse. El lunes descolocó a toda España anunciando su dimisión. Hasta sus consejeros se enteraron a través de la televisión, que lo retransmitió en directo. Sólo a tres personas de la Puerta del Sol no les cogió por sorpresa.
Su sucesor, Ignacio González; su jefe de Gabinete, Regino García Badell; y su directora de Comunicación, Isabel Gallego. A los tres ya se lo había comunicado, por separado y en diferentes momentos.
A ninguno le extrañó. Llevaba tiempo dando señales. Incansable, fuerte y directa hasta para dimitir, dicen sus colaboradores que no escondió motivos cuando explicó su salida: «Quien sigue buscando algo oculto se equivoca». Y como ella misma trasladó a sus consejeros en una comida en la Puerta del Sol 24 horas después del día D: «Estoy feliz como una perdiz». Su salida ha sido el triunfo del poder. «El verdadero poder es poder irte cuando quieras, como quieras y donde quieras», dice una consejera de su Gobierno. «Y ella puede. Para eso lleva trabajando toda la vida», añade.
Se ha ido a su casa. A su verdadera casa y no al coche oficial, convertido en segundo hogar, en el que cada día le costaba más meterse. Un sentimiento que empezó a experimentar unos meses después de la operación por cáncer de mama, a la se sometió en febrero de 2011.
Se enfrentó de cara a la enfermedad. Se propuso superarla y lo ha hecho», explica un consejero de su Gobierno. Pero aunque el tumor fue extirpado con éxito, los médicos no pudieron evitar que Aguirre se «contagiara» del síndrome que afecta a todo aquel que se enfrenta a una enfermedad grave. Un cambio de prioridades que elevó a la familia y los amigos a lo más alto. Entonces, Mariano Rajoy ganó las elecciones generales. Noviembre de 2011. Y comenzó a poner en marcha algunas de las medidas que Aguirre había adelantado en Madrid y que ahora llegaban a toda España. Trabajo cumplido, pensó.
Sin embargo, no fue hasta este verano cuando dio el paso definitivo. Aguirre tuvo que asistir al funeral de dos amigas muy cercanas por enfermedades como la que ella padeció. La balanza que medía el peso de sus dos pasiones, la política y la familia –y que hasta ahora había logrado mantener en equilibrio no sin malabares– cayó del lado de los suyos. Lo consultó con su familia y rodeada de sus nietos –su pasión– tomó la decisión.
«Lo importante es la familia y los amigos. Cuando me vaya de aquí es lo quedará». Esta frase, que ha confesado en diferentes ocasiones a su más leal colaboradora, se convirtió en su motivo. El único. «Quiero estar más con los míos», ha insistido a todo aquél que le ha preguntado personalmente por su dimisión.
En su gabinete cuentan que siempre ha sido muy consciente de lo efímero de la política. Un día llenas portadas y al siguiente nadie se acuerda de ti. Por ello, a los más cercanos no les faltan anécdotas que reflejan las dos caras de Aguirre: el «animal» político y la abuela de tres nietos. Su favorita. «Los fines de semana aflojaba el pistón para estar con su familia aunque siempre estuviera al teléfono. Era capaz de resolver el problema mas importante del mundo o el más nimio con una instrucción al teléfono», explica su más cercana colaboradora.
Cuando su agenda frenética requería de su presencia, directamente se dividía y llegaba a cenar tres veces para estar en todos lados. «Recuerdo un día que llegamos al cóctel de un acto, al primer plato de otro y a los postres del tercero. Y todo ello, con sus tacones y con sus discursos memorizados», relata.
«Era muy curioso observar cómo podía estar abroncando a un alto cargo y parar para contestar a una llamada de su marido o su hijo y en un segundo cambiar el tono. Entonces todo era paz», recuerdan en Sol. No perdonaba las comidas con su madre cada cierto tiempo, pasar un fin de semana en el campo con su marido o una fiesta de cumpleaños. Aunque fuera en plena campaña electoral. Así sucedió en el segundo cumpleaños de su primera nieta, Beatriz, que coincidió con un mitin con Rajoy y Gallardón en plenas elecciones de 2011. Se fue corriendo cuando aún sonaba el himno del partido para llegar a darle su regalo, una bicicleta.
Cuentan que han sido sus nietos los que la «obligaron» a dar el paso definitivo para abandonar la política. El martes, cuando se despidió de todos sus colaboradores, secretarias y personal de la Puerta del Sol, además de consejeros y altos cargos, volvió a enseñarles las fotos de los tres. «Orgullosa de ellos y de la decisión tomada», dicen.
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