Murcia
OPINIÓN: Higgs
Naturalmente, yo no entiendo casi nada, como imagino que le pasa a la mayoría de ustedes, mis improbables lectores. Pero, contando con la fe que allana nuestra ignorancia cuántica, parece que los físicos han encontrado la materia originaria de la que estamos hechos nosotros, los humanos, y las piedras, y los gorilas y hasta las molestas cucarachas, que en eso somos todos iguales, al contrario de lo que ocurre con los efectos de esta crisis tan mala. Hablo del bosón de Higos, al que hasta ahora no conocíamos y con el que pronto nos familiarizaremos, como nos ocurría hasta hace unos años con esa pariente foránea, la prima de riesgo, que ahora nos vacía la despensa a sus anchas. Es decir, hablo de la denominada «partícula de Dios», o, si prefieren, de Dios mismo poniendo fin a la nada. Esta partícula, o lo que sea, explica el nacimiento de la masa (y el gran Bang, y la expansión del universo) y con ella nuestra propia existencia y la de los cocodrilos, los políticos, los economistas, los bancos y los calamares a la romana. El resto es masa oscura. En fin, el extraordinario descubrimiento, largamente perseguido, explica porqué hay algo, siendo más fácil que no haya nada, como decía Leibniz. Seamos lo que seamos, ahora sabemos que estamos hechos de la misma materia de la que están hechos los dioses, tenemos la certidumbre científica de lo que, como dogma de fe, pregonaban las religiones. Eso sí, Dios se llama Higgs, y no Alá o Yavé o Ángela Merkel, como hasta ahora pensábamos. Podríamos, en consecuencia, como hizo Al-Hallag, y por eso lo crucificaron, declararnos Dios mismo, a su imagen y semejanza. Con el peligro, claro, de ser arrojados a la hoguera. Pregunten a Galileo.
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