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El Govern acusa a España de hacer «todo lo posible» contra las selecciones catalanas

El partido Cataluña -Túnez se salda con una entrada de 35.000 espectadores

El fervor separatista en las gradas fue menor que en anteriores ocasiones
El fervor separatista en las gradas fue menor que en anteriores ocasioneslarazon

BARCELONA- El estadio de Montjuïc acogió ayer el tradicional partido navideño de la selección de Cataluña, que en esta ocasión se enfrentó a Túnez con el resultado de empate a cero. Como de costumbre, el encuentro se convirtió en un multitudinario espacio de reivindaciones independentistas, con la presencia de 35.000 espectadores. Las gradas estaban llenas de «esteladas».
En el descanso, el president de la Generalitat, Artur Mas, fue entrevistado por TV3 y se mostró ambicioso respecto al futuro de la selección catalana de fútbol, cuya consecución comparó incluso con el polémico concierto económico que desea el Govern.
«Creo que es más difícil conseguir tener una selección propia que el pacto fiscal, a España le molestaría más que tuviéramos esto, porque tocaríamos su fibra sensible», dijo Mas en un discurso de marcado carácter reivindicativo y catalanista.
Mas señaló que «tener una selección deportiva propia es utópico, un sueño», pero advirtió que «a veces los sueños se hacen realidad». El president aseguró que, pese a su deseo de conseguir la oficialidad para los equipos catalanes a nivel internacional, «España luchará con todos los medios posibles para evitarlo».
La oficialidad de la selección catalana de fútbol no parece muy cercana, pero Mas expresó su deseo de «poder verlo, porque Cataluña es un país que siempre persigue sus sueños». El president señaló que «con estos jugadores podríamos estar en la cima del mundo», antes de añadir que «estos partidos son buenos a nivel de país y de futuro». El partido contó también con la presencia de otras autoridades, como el alcalde Barcelona, Xavier Trias.
Menos pasión
El estadio mostró, como siempre en este tipo de partidos, unas gradas llenas de pancartas independentistas. Las proclamas separatistas fueron una constante en un partido que, a falta de goles y de cierta emoción en el juego, buscó reivindicar de nuevo la oficialidad de las selecciones catalanas. No obstante, en esta ocasión hubo un ambiente menos pasional que en otras veces, menos fervoroso.
El encuentro terminó sin incidentes remarcables, y en esta ocasión no hubo que lamentar la quema de ninguna bandera española, como había ocurrido en otros partidos. El empate contra un país que no es ninguna potencia futbolística supo a poco a los espectadores.