Distribución
Los yayos revisionistas
No, no estudié en aquel edificio gris de la plaza Miyuskaya, o en el de la calle Sadovaya Kudrinskaya, en los que se formaban las élites políticas de la añorada URSS. (¡No quiero pensar la de puntos que me habría dado un currículum así para mi carnet de puntos de progre!). Es trágico, pero no. Sin embargo, tengo algunos estudios realizados en la Universidad española que, aunque nunca impartió oficialmente doctrina en la Academia de Ciencias Sociales de la Escuela Superior del PCUS, oigan: allí hicieron lo que pudieron conmigo. Gracias a los cursos e instrucciones que en su momento recibí, me he dado cuenta de que existe un humanismo burgués que, de manera abusiva y despótica, exagera las cualidades del individuo con el único objetivo de disimular y suavizar las diferencias de clase. Pero sé que existe otro humanismo –muy superior en todos los órdenes, un humanismo progresista– que se preocupa fenomenalmente de los intereses del pueblo tomado en su conjunto. Este humanismo, como no podía ser de otro modo, está siempre dispuesto a sacrificar los intereses del individuo en favor de los del grupo. Verbigracia: el jubilado X se queja capitalistamente porque nadie ha logrado evitar que el Gobierno le congele la pensión, incluso a pesar de las desmelenadas protestas del PPP (Partido Popular Progre). No se da cuenta, el viejo, individualista, de que incurre en la contradicción esencial de toda sociedad capitalista, ésa que se genera entre el carácter social de la producción y el carácter privado de la distribución del producto del trabajo Y, como el jubilado X, pónganme a unos cuantos millones más. Cada uno a lo suyo, burgueses gemebundos sin repajolera idea de la importancia de la «necesidad dialéctica» por encima de la urgencia del mendrugo nuestro de cada día. Yo no sé si el Imserso tiene previstas conferencias educativas que aplaquen el ánimo de todos estos yayos revisionistas que me tropiezo por doquier, pero desde luego ya estoy harta de que la autora de mis días no pare de darme la murga con lo de su pensión y se parezca cada vez más a Jean Jaurès. Quizás nuestro Gobierno de progreso podría mandar a todos los jubiletas a la franja de Gaza, en una flotilla de Cruceros Pullmantur, como ayuda humanitaria para Hamas. Porque, si seguimos así, con tanto pensionista burgués no nos vamos a convertir nunca en los precursores del futuro. (Témome).
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