Sevilla
OPINIÓN: Vivir de los libros
Hace muchos meses que Orlando engrosa la estadística del paro en Sevilla, a la que febrero ha contribuido con tres mil desempleados más. Tantos, que este padre de familia expulsado por el hambre del infierno cubano pero con DNI español, ni siquiera percibe ya los 426 euros de ayuda familiar. Para subsistir, con esposa sin trabajo e hijos escolarizados, vendía en los Jardines de Murillo (a uno, dos y cinco euros) los libros viejos que los vecinos le regalaban o que él mismo rescataba de los contenedores de basura. Hasta ayer cuando, por segunda vez en una semana, la Policía dependiente del Gobierno socialcomunista local le requisó con muy malos modos su miserable mercancía. Para rescatarla, pagó el viernes un impuesto de 85 euros, una suma que no puede permitirse abonar por segunda vez: fin de actividad gracias a estos Robin Hood a la inversa que exprimen con tasas confiscatorias a los pobres para pagar los billetes del alcalde en first class. A las personas como Orlando, apóstoles de las letras en las peores circunstancias, en París las veneran y las convierten en atracción turística. Pero estos catetos del Ayuntamiento no han paseado nunca por la «rive gauche»: todo su afán consiste en zamparse las tres docenas de ostras gratis total incluidas por la agencia Air Mangazo que le organiza las excursiones a la autoridad competente.
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