España

El acero y la nada por Alfonso Merlos

La Razón
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Cuando lo que está en juego es salvar España (¡nada menos!), la percepción que los ciudadanos tienen del amplio abanico de sus dirigentes pasa a un segundo plano. Lo determinante es calibrar cómo se ve la acción del Gobierno y cómo la alternativa de la oposición, sea colaborativa y patriótica como la anunciada falsariamente por el PSOE o destructiva y mendaz como la que de facto está ejerciendo.

Los guarismos del CIS dibujan a un Partido Popular que presenta ante los españoles las propiedades del acero. Conserva la dureza del hierro y es la concentración con el carbono lo que le hace extremadamente resistente. En ningún país del mundo desarrollado, menos azotado por una profunda crisis económica y financiera, un poder ejecutivo habría salido reforzado tras verse obligado a aplicar una cirugía de hierro tan impopular como inevitable. Antes lo contrario. Con gran facilidad podría haber sido erosionado o noqueado. Y ahí reside no el mérito del partido de Rajoy sino la templanza y la sensatez de los españoles en pleno chaparrón.

Es un hecho que algunas de las medidas aprobadas ya para iniciar cuanto antes la remontada resultan antipáticas para compatriotas ubicados ideológicamente en el centro y la derecha, para conservadores y liberales. Lo es también que esa antipatía se hace especialmente acuciante, y quizá desmesuradamente injusta, por el medio plazo que esa medicina demanda para que podamos palpar su alcance y disfrutar sus resultados pero, ¿qué hay enfrente? Felizmente, la nada.

Es el mismo Rubalcaba que no se enteró de que las urnas le señalaron el 20-N el camino de la jubilación, el que ahora se muestra ciego y sordo ante quienes le están explicando, masivamente, que de nada vale el populismo, la demagogia, el cinismo y la pancarta. Porque con este cocktail de explosivos ingredientes ha intentado el de Solares preparar un plato que no hay quien lo pruebe. Salvo en los comedores de Ferraz, ¡claro!